Tanto para los políticos de derechas como para los periodistas de comentarios facciosos lo que urge ahora es acabar con Pedro Sánchez para que no llegue a un futuro más lejano que noviembre o, como mucho, diciembre. Y ello sólo pensado desde su cruel memoria histórica que salva siempre al soldado que pone a España como ejemplo de amor, a esa patria casposa que, como una figurita automatizada de Belén nos devuelva la tranquilidad entre leyes, decretos y buenas palabras de gusto tan cursi como de reventón final, aunque ambas palabras se cruzan y nunca se encuentran si no es para regalarles el oído a los miserables liberaloides de los medios de comunicación más perversos y sus lectores finos y aislados como sus vidas ufanas.

Antes de que me sujete a las palabras que contra Pedro Sánchez dedican los periodistas afines a la derechona española, conviene que recordemos por qué estamos aquí. En primer lugar, el PSOE decidió hace ya mucho tiempo no votar ni un Gobierno ni un programa encabezados por la persona menos fiable del Estado español, Mariano Rajoy. Y en segundo lugar, la situación la pintan calva cuando, además, ningún partido político, salvo Ciudadanos y tapándose las narices mientras lo hace, votará favorablemente la investidura del 'encantador' Rajoy. ¿Por qué tendría que votar el PSOE, y en su representación Pedro Sánchez, al de Pontevedra para que continúe destrozando este país, exterminando a las capas medias, haciendo leyes que hundan a los que andan en situaciones más que paupérrimas y con enormes dificultades en sus propias dependencias, olvidando a niños, a enfermos y llenando las bandoleras de los pillos de su partido de dinero ajeno y público? ¿Por qué?

Pero he aquí que lo que para la militancia del PP, Rajoy es presentado como aquel 'salvad al soldado Ryan', para Pedro Sánchez la paradoja secuencia es totalmente desquiciante y letal en la máxima de la batalla: 'Matad al soldado Sánchez'. Y ello lo dicen tanto en el PP como en los medios afines, los columnistas amigos y los que nunca tuvieron jamás lugar entre la independencia de una comunicación cercana a lo verdadero. La clave está, deducida de los titulares y de las frases dedicadas al secretario general del PSOE, en el análisis de insultos indiscriminados echados a la cara del político. Y se deduce también que si vamos a nuevas elecciones es por él, por Sánchez, y si Rajoy pierde, o no encuentra, los votos suficientes para su investidura es también culpa de él, de Sánchez, pues ahí, según se dice en general, Rajoy no juega ningún papel. Veamos algunos comentarios contra el soldado Sánchez...

Según El Mundo, Rajoy va a fracasar «por la obstinación de Sánchez», y no porque el líder del PP no haya conseguido votos suficientes para su investidura (y ello porque no lo encuentran fiable los otros políticos). Precisamente El País es el más contundente y determinante contra Sánchez, y lo responsabiliza de las terceras elecciones e insta al líder socialista a salir «de su incoherencia», añadiendo en un editorial que «no se puede dejar pasar más tiempo limitándose al 'no' como única opción». Es también en El País que Torreblanca menciona el que Sánchez podría exigir a Rajoy «suavizar la reforma laboral» o la «derogación de la ley Mordaza». Por eso, defiende, disparatadamente, que abstenerse puede ser «útil y dúctil». Sobre el tamayazo, La Razón exhibe que «la sombra del transfuguismo recorre las filas del PSOE», según Pilar Ferrer, firma que esta sospecha ya estuvo en la última reunión del grupo parlamentario socialista. Además, sostiene que si finalmente se produce, no sería como en Madrid en 2003 («por la espalda y a traición»), sino «de manera controlada». Gabriel Albiac trata de triturar a Pedro Sánchez: «El odio y el rencor se esconden tras su 'no es no'», añadiendo que «la tautología queda oculta siempre, en su incurable charlatanería, que su ruido nos habla de otra cosa». Ignacio Camacho no descarta un posible acuerdo de Sánchez con Podemos, nacionalistas y bilduetarras, el llamado Gobierno Frankenstein. Y añade: «Fuera de eso todo resulta pirotecnia, cháchara de tono electoralista. El asunto esencial sigue en manos de un Sánchez pétreo que no da pistas». Luis Ventoso habla de Pedro Sánchez como un dirigente de cartón-piedra y destaca que cualquier líder territorial del PSOE tiene más hechuras de líder que el jefe de Ferraz; Martín Prieto también se refiere a Pedro Sánchez como un rencoroso de tomo y lomo, y entre otras palabritas, le dedica estas a Sánchez: «No cuenta con asesores sino con un equipo de obsecuentes que no le aconsejan abandonar la pose de vengador justiciero del oeste. Habla en un tono innecesariamente irritante, parece que mastica poderosamente dos grandes chicles frunciendo la musculatura facial y emite la sensación de que va a pegarnos». El llamado escritor Antonio Burgos, desde Sevilla ensucia su boca diciendo a Pedro Sánchez que «este niñato guaperas tiene parada nuestra gobernación». Y añade la siguiente bestialidad: «No es de recibo que se aplique a las elecciones el mismo resentido y revanchista criterio de la mal llamada Memoria Histórica». Finalmente el chuleta de Carlos Herrera, siempre atento a aquella España parienta de él mismo y sus amigotes de la derecha andaluza y madrileña, calienta motores llamando a Sánchez así: «La estabilidad de Pedro Sánchez va en contra de la estabilidad de España o la estabilidad de España va en contra de la estabilidad de Pedro Sánchez». Parece que ni dictado por algún ministrable de Rajoy. Y este Carlos Herrera intervino en Herrera en Cope para intentar asestar la puntilla a Pedro Sánchez desde los micrófonos de la emisora de la Conferencia Episcopal. El locutor analizó el nuevo escenario electoral, ideado por la derecha para echarle las culpas al soldado Sánchez, con la fecha de investidura el 30 de agosto y unas hipotéticas generales el 25 de diciembre y lo calificó como «la coronación perfecta del despropósito». A su juicio, «no cabía una coronación más adecuada para este proceso político que unas terceras elecciones el día de Navidad».

Este es el sentido: Sánchez va a ser destruido y ahora sólo falta quien dispare realmente a su corazón ¿Lo harán personajes de su propio partido? Y yo ahora me acuerdo de aquella frase de Mourlane Michelena quien despedía a su amigo el periodista Jacinto Miquelarena en la estación de Bilbao, cuando oyeron, asombrados. a un militar de alta graduación gritar de malas maneras a un soldado, y le dijo: «¡Qué país, Miquelarena, qué país!». Pues eso.