Hace veinticinco años -recuerdo con exactitud porque mi chaval pequeño acababa de nacer- mi mujer y yo hicimos un inolvidable viaje que, a todos los efectos sustituyó al viaje de novios que la falta de recursos de diez años atrás, cuando nos casamos, no nos habíamos permitido realizar. No sé cuántos novios incluyen en su viaje una visita a la sede de la ONU en Nueva York. No es que fuera algo especialmente planificado, pero había que llenar la agenda y siempre me había sentido fascinado por ese intento de creación de un gobierno y una administración planetaria que representa la Organización de Naciones Unidas. En ese momento la ONU estaba muy cuestionada desde muchos frentes, como en parte lo está todavía ahora, aunque mucho menos. Sin embargo, creo que ya tenemos perspectiva histórica suficiente para juzgar como muy positiva y relevante la contribución que ha realizado a la Humanidad esta Organización, imperfecta, eso sí, como toda obra de los hombres. Su papel podía haber ido languideciendo en el tiempo, o dejar de tener completamente sentido, como sucedió en el caso de la Sociedad de Naciones, la institución creada después de la Primera Guerra Mundial, con el mismo propósito pero sin mucho recorrido. La ONU fue un segundo intento de dotarnos de una serie de recursos, mecanismos, instituciones que permitieran el intercambio de ideas y posiciones políticas, pero también la acción decidida en muchas situaciones dramáticas que afectan a personas y países sin recursos. Y parece que realmente funciona.

De los logros de la ONU yo destacaría, en primer lugar, la Declaración Universal de Derechos Humanos, firmada en París en 1948. Como documento es impecable, pero sobre todo representa una de Constitución Universal de mínimos, asumida por el conjunto de la Humanidad a través de las naciones que, por suerte o por desgracia, son la forma en que esta se estructura actualmente. La Declaración de Derechos Humanos tiene una virtualidad enorme como referencia ética y política, simplemente por establecer el ámbito intraspasable de los derechos individuales frente al Estado moderno y su enorme capacidad de hacer el bien, pero también el mal.

Y de entre sus grandes Agencias, destacaría a ACNUR que se encarga de dar refugio a millones de personas que han perdido su hogar, por desastres naturales de cualquier tipo o desplazadas, algo especialmente dramático que estamos viviendo muy de cerca, por el enfrentamiento de facciones rivales en las guerras que aún asolan nuestro Planeta, y el conflicto sirio en vanguardia. Solo por la increíble labor que hace ACNUR merecería la pena desde mi punto de vista, haber creado la ONU y contribuir a su existencia. Por cierto, aprovecho esta última colaboración de verano para que animarte a que también tú lo hagas a través www.eacnur.org. Gracias y hasta pronto.