Algunas organizaciones políticas están proponiendo una moratoria urbanística en el Mar Menor, algo que, desde el punto de vista técnico, es cuestionable en su legalidad y contraproducente para el futuro socio-económico de la zona. Que conste que muchos expertos no estamos de acuerdo con el tipo de construcción que se ha desarrollado en amplias áreas de nuestro litoral, pero no podemos cambiar las reglas del juego a mitad de la partida y, mucho menos, limitar de forma arbitraria el posible crecimiento económico de un sector tan castigado por la crisis. Expongan y propongan cambios, acuerden y consensúen propuestas, pero no prohíban sin saber qué dirección o camino quieren seguir.

Cualquier actividad productiva se basa en la ley de la oferta y la demanda. Si limitamos la oferta disponible y suponemos una demanda constante o superior, debido a unas mejores perspectivas económicas, sólo conseguiremos un aumento artificial de los precios a medio y largo plazo. En el sector inmobiliario, la oferta es directamente proporcional al suelo disponible, y el plazo para sacar una nueva vivienda al mercado no es precisamente corto.

Los principales estudios económicos coinciden en ponderar al sector constructor entre un porcentaje del 9 y el 10 por ciento del PIB para considerar que ese país o región goza de una economía saludable. Hoy, en Murcia, apenas rozamos el 6 por ciento, cuando hace una década superábamos el 13 por ciento. La conclusión parece obvia: ni lo anterior, ni lo de ahora; en el medio está la virtud. Marcado el objetivo, aprendamos de errores pasados y fijemos las bases para la recuperación de un sector clave para la economía, todavía demonizado, pero del que se beneficia gran parte de la sociedad.

A raíz de todo esto, se ha presentado el Libro Blanco de la Construcción de la Región de Murcia, trabajo realizado durante un año por 22 instituciones vinculadas al ámbito de la construcción. Fija la hoja de ruta de lo que debe de ser el sector para el período 2015-2025.

No es mi intención desgranar el libro, disponible en la web de la consejería de Fomento e Infraestructuras para todo aquel que esté interesado. Pretendo, de alguna manera, destacar la labor y poner en valor el trabajo realizado por todas las instituciones implicadas. Sin embargo, un aspecto clave se ha pasado por alto: la participación ciudadana y su colaboración, como individuos. Son éstos, en primera y última instancia, los que realmente deciden hacia dónde nos vamos a dirigir en base a sus circunstancias personales y económicas: dónde comprar vivienda, la tipología, la zona adecuada, si quieren reformar su casa, etc. Por decirlo de alguna manera, los agentes intervinientes proponen, y ellos, los consumidores, disponen. Sin su implicación, cualquier tipo de estudio adolece de ciertas carencias.

Por mi profesión de arquitecto y mi trayectoria laboral, tengo una visión particular del mercado inmobiliario, y un concepto de la arquitectura y del diseño. Cuando realizo un trabajo para mis clientes, cada uno de ellos tiene unas determinadas circunstancias personales, forma de vida, etc.. Mi trabajo, como profesional, es asesorar y conseguir un producto final acorde a sus necesidades y ´gustos´, ya que van a ser, como individuos, los que disfrutarán esa obra y la vivirán hasta que sus circunstancias varíen.

Son muchos los cambios normativos realizados en los últimos años, tanto a escala estatal como regional, para la dinamización del sector apostando por la calidad en la edificación y la disminución de ´la burocracia administrativa´. Creo que es el camino. Pero, todavía se debe avanzar para agilizar procedimientos y tramitaciones, tanto en proyectos de edificación, como en planeamiento o urbanización, de forma clara y transparente. En cualquier proceso constructivo son muchos los empleos directos e indirectos implicados provenientes de diversos sectores, sin olvidar que, una vez finalizada la obra, sirve para emplear a otra serie de sectores económicos: comercio, restauración, hostelería, etc.,.. Cualquier disminución en los plazos de ejecución -sobre todo, durante la tramitación administrativa- redunda en que dicha infraestructura comience antes a funcionar, generando empleo y riqueza.

Continuemos por el camino del consenso. Miremos al futuro con optimismo. Y pongamos, cada uno desde nuestra posición, los medios adecuados para la consecución de espacios urbanos atractivos, sostenibles, generadores de empleo y riqueza colectiva para las siguientes generaciones.