Todos los días surgen buenas ideas de negocios, pero como llevarlas a cabo y no morir en el intento es lo realmente importante. La primera palabra que utilizaría para describir el éxito empresarial es, por encima de todo, la constancia, y, en segundo lugar, el conocimiento, vía formación y experiencia. Todo modelo de negocio requiere de tiempo, independientemente de los recursos económicos con que se cuenten; siendo imprescindible poner a prueba el modelo en un mercado localizado y medible, y conocer de primera mano la opinión de nuestros primeros clientes.

Tras esa primera fase, nos llevará a desechar el modelo y apostar por otro nuevo y diferente, o a invertir más tiempo y recursos económicos, y buscar el camino del crecimiento y la rentabilidad; no hay muchas más opciones, para sobrevivir hay que crecer, tanto en nuevos mercados como en la mejora del producto mediante una continua innovación. Tanto en un caso, como en otro, debemos aprovechar el beneficio generado en conocimientos y experiencias que nos aporta, siendo una etapa imprescindible de aprendizaje y mejora profesional.

Es importante que la primera fase de cualquier modelo de negocio no se convierta en un escollo insalvable y nos impida pasar al siguiente nivel de crecimiento personal y profesional. Para ello, recomiendo no dejarnos llevar por las emociones y, en todo momento, aplicar si es posible una serie de recomendaciones.

Debemos saber atraer y contar con un equipo comprometido y complementario, independientemente de los recursos con los que se cuente. No debemos asumir riesgos innecesarios, especialmente en la primera fase de prueba del modelo de negocio; debemos apostar por la figura del socio y hacerle partícipe de los beneficios futuros. El número de socios dependerá del campo de conocimientos y recursos que requiera dicho modelo.

El socio debe ser un profesionales que aporte experiencia, conocimiento y parte de su valioso tiempo, lo que nos debe permitir no externalizar ninguno de los trabajos a realizar, especialmente los costes fijos, aquellos a los que debemos hacer frente independientemente de las ventas realizadas. Es necesario que cada socio cuente con recursos propios, generados a través de otra actividad profesional, negocio o del propio ahorro.

En una primera fase, no deben imputarse costes salariales sobre la empresa. Lógicamente, dicha dedicación parcial de los socios provocará cierta sensación de lentitud en el cumplimiento de los objetivos y una mayor necesidad de organización interna; etapa de introducción que debemos aprovechar para pensar, desarrollar y mejorar nuestro producto tras analizar y conocer nuestro primer mercado objetivo.

En todo momento debemos ser capaces de separar los recursos necesarios para el bienestar de la familia y los requeridos por la empresa. Especialmente en sus inicios, debemos trabajar con los recursos que nos sobran; posiblemente ese año las vacaciones serán con los abuelos, ya habrá otro año para viajes en pareja.

Aún contando con un producto excelente, mayoritariamente las empresas cierran en su primer año por falta de liquidez, debido a un incumplimiento en las previsiones de ventas. Siempre muy optimistas y a un exceso de costes fijos; la reducción de dichos costes es imprescindible para garantizar su supervivencia y, de esta forma, ganar tiempo al mercado, tiempo necesario para que tus primeros clientes hablen bien del producto y te ayuden a mejorar sucesivas versiones.

Tras esta primera fase de prueba, y confirmada la buena aceptación por parte del mercado, no debemos llevarnos por el entusiasmo y el exceso de optimismo, lo que nos animaría a endeudarnos personalmente en la búsqueda de un mayor y más rápido beneficio personal.

Dado que cuentas con algo que no tiene un poseedor del dinero, una empresa capaz de generar valor y riqueza, ahora debes saber poner en valor tu futuro beneficio y atraer nuevos recursos que ayuden a su crecimiento, limitando en todo momento tu riesgo financiero familiar. Aunque para ello debas renunciar a parte del beneficio futuro, te prometo que dormirás mucho mejor.

En todo momento, y en cada una de las etapas de crecimiento de la empresa deberás marcarte sucesivas líneas rojas y aplicar siempre dos estrategias claves, prudencia y sentido común.