Reconozco que mi experiencia personal no es un buen precedente a la hora de predisponerme positivamente frente a un gurú motivacional como Tony Robbins, que es al mundo de los motivadores y coachers como el facebook lo es al de las redes sociales. Pero después de haber conocido varias personas, a las que tengo en gran estima, que me hablaron maravillas del sujeto y de su experiencia en los eventos motivacionales que organiza, y teniendo la posibilidad de seleccionar en Netflix un amplio documental sobre uno de los más significativos, que tiene lugar en su sede de Boca Ratón en California, reconozco que sucumbí a la tentación de contemplarlo. Y he de decir que me sorprendió gratamente la naturalidad y cercanía con la que este sujeto se desenvuelve entre un amplio auditorio de cientos o probablemente miles de personas. Su estilo es realmente lo contrario de la afectación y el engolamiento que asociamos con este tipo de personajes. La cosa, por otra parte, consiste en conseguir que personas concretas del auditorio se abran para contar sus problemas personales ante los demás, con el morbo que ello supone. Personas y problemas a los que Tony Robbins no se recata en dar consejos y soluciones sobre la marcha. A veces de forma tan contundente y resolutiva como hacer que una señora llame en directo a su pareja actual y corte con él, con el consiguiente estupor del repudiado, que no entiende ni pajolera de lo que está pasando, y el entusiasmo de los asistentes al acto, que jalean a la señora en cuestión por su valentía y resolución.

También, y esto lo más interesante para mí de esta pieza documental, podemos asistir, aunque sea superficialmente, al trabajo que desarrolla el equipo que da soporte a todo el entramado. Trabajo que consiste sobre todo en detectar las historias y las personas susceptibles de protagonizar las diferentes sesiones del evento, que en este caso dura seis días completos y cuesta una pasta gansa.

Desde luego este documental, interesante y recomendable por lo demás, no va a hacer que cambie mi opinión acerca de este tipo de eventos y mi absoluto escepticismo frente a estos personajes, que unos llaman «motivadores» y yo califico sencillamente de «manipuladores». Pero no dejaría de recomendarlo, con todas las precauciones, a personas que se encuentren en esos momentos de tu vida en los que no saben para dónde tirar. Por lo pronto, ver que otros han sufrido o sufren mucho más que tú siempre es un buen principio. Y asumir que una actitud positiva es la mejor compañía para recorrer el largo camino de la vida, un paso adelante en la dirección correcta. Todo lo demás es puro espectáculo. Y de lo más entretenido, por cierto.