Lo típico: tienes un partido que es una joya de la corona, un ecosistema único, una fauna y flora endémicas que son motivo de estudio, un gozar. De un azul brillante, eterno, lo mismo te sirve de atractivo turístico que de sentina, y junto a él todos son felices, desde el alcalde hasta el abogado penalista, desde el promotor hasta el jornalero, desde el emprendedor hasta el ´jubilao´. Coño, hasta el cadáver político de ese opositor que plantó cara parece sonreír ahora, clavado al fondo con los zapatos de cemento. Como todos los esqueletos, por otra parte.

¿Para qué te vas a preocupar? Con respeto y calladicos, hasta está permitida la diversidad. Los mújoles tienen su silloncico; las doradas, el suyo. Hasta el caballito de mar. La cosa va viento en popa, las décadas pasan tranquilas en el poder absoluto, las plagas de medusas vienen y van. Se puede pensar ya a muchos lustros vista, doblar los puntos de amarre, pasarela, Novo Carthago, Puerto Mayor. Y todo sigue azul. Pues dale gas, Pilar. Dame pista, Pedro Antonio, que despego. Con algo habrá que regar, amiga Martínez-Cachá. ´Palante´, compañeros. Que el ritmo no pare, no pare, no.

Si te vas a la Wikipedia te enteras de que «en ecología el término eutrofización designa el enriquecimiento en nutrientes de un ecosistema». Pero no me seas mal pensado, que lo del enriquecimiento no va por donde tú piensas. O igual sí. La guasa del asunto es que tú puedes pasarte veinte años ignorando todas las advertencias, bien porque no entiendes esas palabras tan raras, bien porque eres un alga unicelular (y los nitratos te molan), y porque al fin y al cabo las premoniciones nunca se cumplen, y a pesar de lo que todo el mundo sabe ahí sigue tu partido incólume, con su azul brillante elección tras elección, y de un momento para otro todo es de color marrón y te están sacudiendo hasta en el periódico de Pedro Jota. Ya no te sirve tocar la corneta patriótica y proclamar lo orgulloso que hay que estar de nuestro ecosistema singular. Habría que tomar medidas muy, muy drásticas. Cortar de raíz el enriquecimiento en nutrientes. Lo que ocurre es que, tal vez, entre los populares murcianos, quienes deciden son las algas. Que van a parar a la mar.