Dice el refrán que donde tengas la olla no metas la olla con ´p´, razón por la que nunca en mis artículos sale la palabra ´sanidad´. Pero como en toda regla, siempre hay una excepción, generalmente provocada por algún dicho o acontecimiento, que te invita a romperla, aunque sea por una sola vez, pues qué le voy a hacer, este es el caso. Dejemos los tecnicismos para los técnicos y hablemos con lenguaje de sala de espera sanitaria.

La noticia en primera página de La Opinión, titulada ´La CROEM pide al SMS que saque antes de los hospitales a los enfermos´, sacada de informes empresariales de la Unión Murciana de Hospitales y sin ningún responsable de CROEM, con nombre y apellidos, que de la cara o la desmienta, no es un hecho banal como para dejarlo pasar así como si no se hubiese dicho nada.

Dudo mucho que el presidente empresarial, José María Albarracín, se hubiese puesto al frente de la noticia si se lo hubiesen pedido, pero..., prefiero pensar que los que han elaborado el informe y realizado desafortunados consejos y peticiones a los facultativos, son medias filas empresariales que no tienen ni pajolera idea de la sanidad, a la que tan solo miran a través de los números sin tener en cuenta que detrás de ellos hay personas, excepto que les toque a ellos o sus familiares.

También dudo que el presidente de la Comunidad, Pedro Antonio Sánchez, pueda compartir tales consejos, ya que, precisamente, si algo lo ha caracterizado por encima de cualquier presión, es que no ha escatimado, ni escatima, ni escatimará recursos económicos para la sanidad. Como no lo hizo anteriormente Ramón Luis Valcárcel.

La realidad es que, lo diga el profesor Nebot o quien lo diga, no tienen nada que ver los números económicos expuestos, objeto del ´despreciable consejo´, es decir ´los cuartos´ con el funcionamiento real de la sanidad y menos en plan comparativa. Es fácil poner en un informe que los hospitales privados economizan mejor que los públicos basados en cuatro procesos, como la osteartrosis localizada no especificada, cálculo de vesícula biliar sin mención de colécistitis, otros niños nacidos antes de término y neoplásia maligna de vejiga..., y ahí se quedan tan panchos.

A ver, ¿en cuántos centros privados se hacen estos procesos?, ¿en cuántos privados-concertados?..., en nuestra región en un par de ellos o tres y casi por los mismos profesionales que en la pública. Es más, si estos procesos son el referente del estudio, apaga y vámonos. Todos los profesionales de la sanidad saben perfectamente que es imposible que un proceso en lo público pueda compararse con lo que cuesta en un privado-concertado.

¿Y saben por qué?..., pues porque la sanidad pública tiene que dar respuesta a todas las demandas que la ciudadanía hace de ella, sin tener en cuenta la rentabilidad, mientras en la privada-concertada se potencia aquello que es rentable y lo que no lo es se le pasa a la pública.

Es la sanidad pública la que soporta el enorme peso de la asistencia sanitaria no rentable, como servicios enormemente deficitarios que la privada y concertada no tienen ni pueden tener. Decir que las estancias de un proceso en un privado son menores que en un público es una falacia interesada, pues aunque en algunos casos fuese cierto, pocos, es no querer ver las realidades, necesidades, exigencias y responsabilidades de los profesionales de este sector público. Por ejemplo, un proceso quirúrgico como extirpar una vesícula se cataloga igual en todos los enfermos, pero no es lo mismo pesar 70 kilos que 120. ¿Dónde piensan ustedes que se operaría uno y otro?..., lo evidente no merece más comentario.

Decir que el gasto en un centro público es mayor que en uno privado sin tener en cuenta que, el sistema público no sólo da cobertura a sus propios asegurados sino que también tiene que darle cobertura a los que no lo son, inmigrantes, turistas extranjeros, a las compañías aseguradoras y a los propios centros concertados, que cuando la sintomatología del paciente supera sus medios acude a utilizar los medios públicos, y que para ello tiene que tener todos los medios siempre listos para dar respuesta 365 días, durante sus 24 horas, es no tener ni idea de lo que es el sector sanitario, hospitalario y asistencial.

Aconsejarle a los médicos que den antes las altas de los enfermos para ahorrar cuartos, es una verdadera barbaridad, por no decir una animalada para no herir sensibilidades. Nuestros profesionales de la sanidad pública son, posiblemente, de los mejores del mundo, así como nuestro sistema de salud, por lo que no precisan de consejos sobre cuándo y cómo un enfermo está listo para marchar a casa. Solo un neófito, un insensible, un tontarrílla o un interesado puede decir lo que alguien por ahí ha dicho en ese informe, que un servidor, como gestor hospitalario y miembro de la Unión Murciana de Hospitales, ni suscribe ni comparte.

Y hablando en plata, ¡qué fácil es hablar para el que no se pone en la cola de espera, para el que tiene siempre las puertas de la asistencia en primera línea, para el que no hay prisa para darle el alta y para el que pide algo para sí o algún familiar y lo tiene en el acto!..., ¿verdad? No conozco ningún profesional de la medicina, y son muchos, que no sean celosos con sus enfermos, que cuando curan no piensan en el dinero, que anteponen la salud del enfermo a cualquier estadística y que cuando dan un alta lo hacen porque se han asegurado que el paciente está totalmente curado. Presionarles para que manden a su casa a los enfermos antes de tiempo para ahorrar unos cuartos, es sencillamente despreciable. ¿A que para sus familiares no lo pedirían?

¡Ay!..., tal y como vamos, alguno de la CROEM termina sacándose un estudio que diga que la culpa de nuestra ruina es de la gente que se pone enferma porque quiere, que le gusta operarse, que se ingresan en un hospital para disfrutar de unas vacaciones pagadas, como en un hotel y no quieren irse..., o peor, ¿que para que llegan a viejos?, ¿para fastidiar produciendo gasto y cobrando al mismo tiempo la pensión?

Si quieren ahorrar..., miren para otros lados y dejen a los profesionales de la medicina tranquilos y mejor pagados. Lo dicho..., un consejo despreciable.