Qué duda cabe de que estos tiempos son para gente muy preparada, me refiero a nuestros gobernantes. Los remolinos que hacen los acontecimientos, enlazados uno tras otro, sin dejarnos tiempo a asimilar un suceso cuando ya tenemos el siguiente, exigen de nuestros gobernantes una máxima preparación en las materias de las que son responsables. Pero como no hay tonto que no sea capaz de sacar un título universitario, además de la más alta cualificación, hace falta inteligencia, olfato y una gran visión futurista de lo por venir para que la respuesta de los gobernantes sea la que el pueblo llano necesita, que no es lo mismo que dar las respuestas que mejor les viene a sus culos. Es por ello, cuando los gobernantes no son capaces de traspasar la delgada línea que separa al que está preparado pero es incapaz, del que está preparado pero sí que es capaz, cuando obligadamente deben aflorar los representantes de los colectivos, que tienen demostradas todas sus capacidades, y echarles una mano por el bien de los estados, regiones, ciudades o pueblos..., si los políticos los dejan, la mayoría de veces se les intenta rebatir, incluso desprestigiar, en un intento de defender su propia inoperancia, al comprobar que hay alguien que es capaz de alcanzar metas que al político le es imposible.

Uno de estos casos, el más reciente, lo tenemos en el presidente de la patronal regional, CROEM, José María Albarracín. Cuando en su última asamblea anual reivindicó, entre otras muchas actuaciones, la supresión del impuesto de Patrimonio y Sucesiones, hubo muchos políticos de medio pelo que lo primero que les vino a la cabeza era que Albarracín pensaba en sí mismo..., nada más lejos de la realidad. Y es que en este país, cada vez que alguien opina sobre una medida fácilmente dada a la impopularidad, los políticos cortos de visión y otros apéndices, para que no se les vea el plumero, intentan desvirtuarla para llevarla al punto demagogo que a ellos les interesa y al otro lo desprestigia. Lo que propuso y reivindicó Albarracín es una exigencia que no debiera haberla hecho si en nuestra región tuviésemos o hubiésemos tenido unos políticos justos, responsables y defensores a ultranza de todos los murcianos. Y digo esto porque nuestros primos europeos no pagan el citado impuesto, menos los franceses, y nuestros hermanos españoles, la mayoría no lo pagan y los que lo hacen, que son tres o cuatro, pagan mucho menos.

Dicen que «total somos cuatro mil los que lo pagamos» así como si el hecho de que sean pocos los que sufren una injusticia, hiciese que la injusticia fuese más justa. ¡Una vergüenza!, es lo que es, que obliguen a unos españoles a pagar un impuesto por el hecho de haber nacido en un lugar determinado, en este caso Murcia. Si los murcianos nos fuésemos todos a Madrid, no pagaríamos, por lo que no es de extrañar que grandes patrimonios tengan sus domicilios en la capital del país, ¿o no lo sabían?, pues ya lo saben, que se están fugando y sacando los cuartos de nuestra región, con todo el derecho del mundo.

Que el que más gana tiene que pagar más, ya está asumido por tó quisqui, pero lo que es difícil de asumir es que el que más gana tenga que arruinarse o marcharse de nuestra región. Todo el mundo se preocupa de los más desfavorecidos, de los necesitados y de las clases medias. Nadie lo hace de aquellos que tienen unos dinerillos después de una vida de riesgo y esfuerzo, es más, da la sensación de que son unos chorizos delincuentes estafadores por tener unos cuartos y un patrimonio.

Pero son estos, los ahorradores, los que asumen riesgos emprendiendo aventuras empresariales, los que han vivido como hormiguicas comprando casas y metiendo perrícas en la cartilla de ahorros, los que crean empleo para aquellos más desfavorecidos, los que pagan más impuestos para luego hacer obras sociales,..., y sin embargo ni agradecidos ni reconocidos..., bueno, si hay uno que ha dado la cara por todos, José María Albarracín. Ahora encima, hay unos estudios oficiales que le dan la razón, si tales impuestos desaparecieran encima se crearían decenas de miles de puestos de trabajo, pero ná, Josemari, ni con esas, estos no son sordos pero como si lo fuesen.

Les pondré un ejemplo, dos ciudadanos que ganan buenos cuartos, los dos iguales, uno se las toma en todos los bares, de juerga todo el día, viajes y vida alegre en las casas de luces de colores, al final de sus días no tiene ni un duro, así que es un pobre ciudadano al que hay que subvencionárselo todo.

El otro, ahorrador e inversionista, consigue un buen patrimonio, crea una o varias empresas, da empleo, sus ingresos se multiplican y paga más y más impuestos..., pues a éste en vez de darle una medalla, le hacen pagar aún más incluso después de muerto, ¿y por qué?..., por ser de Murcia, ná más.

Lo dicho, si algunos políticos, y habrán visto que no he dado ningún nombre, lo que no es habitual en mí, ¿eh, pequeñín?, se pusieran una vacuna de humildad y reconociesen que Albarracín sabe lo que dice y le hiciesen caso..., mejor nos iría a todos los murcianos. ¿Qué...?, sí a usted que busca empleo o va a heredar el piso de sus padres, también.

Si a mi madre le preguntasen, diría que nuestros políticos son «¡furufalla y glea!».