Si resulta tan difícil explicar el bloqueo político es porque en realidad proviene de una constelación de bloqueos. Empecemos por el de Ciudadanos, tan aferrado a su centro político que no se mueve a derecha ni a izquierda para no perder la silla, olvidando que el burro de Buridán se murió de hambre y de sed porque no tenía más razones para ir al pienso que al agua, situados a su derecha y su izquierda y a la misma distancia. Encima le atenaza la duda invencible de si es posible iniciar la regeneración política apoyando a un partido que malamente se puede estar regenerando cuando niega la mayor, o sea, que tuviera dentro la corrupción en estado muy avanzado. Pero el principal bloqueo de Ciudadanos es el de la virginidad (una cosa son los magreos de Andalucía y Madrid y otra distinta hacerlo) pues ya se sabe que ante un tabú bien incrustado en el sistema límbico nunca valen razones.