El PP ha sido el ganador de las elecciones. No con mayoría absoluta, pero ha sido la única formación política que ha mejorado los resultados de las anteriores. El PSOE ha mantenido el segundo lugar. No se produjo el sorpasso, tan pretendido por Podemos „no quiero ser revanchista, pero ya lo aventuré en su momento„, aunque ha empeorado los resultados con respecto a las elecciones anteriores.

Podemos aún se pregunta como es posible que las encuestas amigas, y las menos amigas, hayan fallado tanto. Su cúpula continúa analizando las causas, sin aparente autocrítica, y los de IU ni tienen fuerzas para hacerlo. Los votantes de Ciudadanos, muchos de ellos, han vuelto al redil del PP. A grandes rasgos estos son los datos electorales y discutirlos es como intentar analizar el sexo de los ángeles.

Esto significa que no es posible un Gobierno de izquierdas, sino de derechas, porque con la suma de PP, Ciudadanos, PNV „ya saben, los nacionalismos son de derechas„y Coalición Canaria, Mariano Rajoy se quedaría a un escaño para la mayoría absoluta. Un escaño que puede ser el del diputado de Nueva Canarias, que ha ido en coalición con el PSOE y que ha mostrado su disposición a facilitar el Gobierno del PP, algo que quizás le vendría bien al PSOE porque, de esta manera, no tendría que apoyar nada, ni tomar decisiones que molestaran a una parte de su electorado.

Pero el PSOE no puede continuar jugando, como hizo en las anteriores elecciones, un papel protagonista porque no le corresponde. Ahora le concierne dejar que gobierne el PP y hacer la oposición que se espera de un partido socialdemócrata porque, teniendo en cuanta la fragilidad que tendrá el Gobierno de Rajoy, necesitará, por lo menos, la comprensión de los socialistas para gobernar. Y tendrá que aceptar muchas iniciativas que los socialistas deberán presentar para que el electorado note la importancia que un partido socialdemócrata tiene para el avance de un país. Pero no es el momento de continuar con las conversaciones con Podemos porque Iglesias desperdició su gran oportunidad para tocar poder a nivel estatal. A Podemos, a Iglesias, le perdió la soberbia y el no saber ver más allá de su prepotencia. Aquella oportunidad se perdió y en política, y en todo en la vida, hay que saber calibrar las decisiones.

No pasa nada porque el PSOE se mantenga en la oposición. En ella es donde se forjan los grandes políticos, porque es cuando más han de mostrar sus capacidades y sería un tremendo error que los socialistas tuvieran la tentación de escuchar los falsos cantos de sirena de Iglesias. Ya dije en su momento que no es de fiar, yme reafirmo en ello. Una persona que cambia tanto de chaqueta „hoy se sitúa en la extrema izquierda, mañana en la socialdemocracia„ no puede dar confianza, aunque conozca todos los trucos de la comunicación y sea un especialista en utilizar el lenguaje, verbal y no verbal, para convencer en los medios audiovisuales „inolvidable la noche del debate a cuatro en televisión con aquel susurro en tono monjil con el que decía insistentemente «nosotros no somos el enemigo», «los enemigos son otros»...„.

Seria un tremendo error volver a las andadas que solamente pueden dejar en evidencia a los socialistas. Pedro Sánchez es joven, tiene todo un mundo por delante para demostrar que puede ser un político de altura. Ahora le toca estar en la oposición y revelar a los desmemoriados las razones por las que su partido ha sido el que más ha hecho por las igualdades en este país: desde las pensiones no contributivas, sanidad y educación universal de Felipe González, entre otras cosas, a las leyes de marcado carácter social propugnadas por Zapatero, entre otras muchas cosas.

No, no pasa nada por saber esperar y hacer una buena oposición que muestre la necesidad de la vuelta de la socialdemocracia, la de verdad, a la presidencia de este país.