Lo que en lo político más nos obliga ahora es determinar las prioridades que hagan disminuir las desigualdades existentes. Desigualdades producto de la enorme tasa de paro que nos afecta (y afrenta) pese a que en estos últimos años se han podido crear más de un millón de empleos, al menos en lo cardinal pues en cuanto a su calidad pueden admitirse discrepancias. Así es que el paro determina esta situación de desigualdad tan intolerable. También, la pequeñez de los salarios. Una política justa debería hacer lo posible por elevar el nivel de los salarios al tiempo que dicha elevación no supusiera disminución de la oferta laboral. Esto y cuantos procedimientos al uso se arbitren son prioritarios para hacer frente a lo que provoca el remonte de toda crisis económica y que no es otra cosa que la desigualdad.