Ésta es la segunda campaña en que participo, como candidato, en apenas seis meses. Sin embargo, no dejan de sorprenderme determinadas prácticas, determinadas perspectivas por parte de los equipos electorales de algunos partidos. Es el momento de los gabinetes de comunicación, desde luego, y nada tiene de malo poner el acento, a lo largo de estas semanas, en transmitir un mensaje, un relato, una propuesta. Como poeta, sé de la importancia del elemento emocional, de la lírica propia de todo movimiento político (y el mío, que es Unidos Podemos, no carece precisamente de nada de eso). El problema viene, yo creo, en la figura del gurú, en la desmesura, en la fe irracional en la omnipotencia del spin doctor, ese Mesías capaz de redimir todos los pecados políticos de un partido con la alquimia mediática correcta. Me imagino a Jorge Moragas entrando, melena al viento, en la sede de Génova. Sacando su peine, su varita, su sonrisa ibérica, su jerigonza internacional. Y diciendo esto está ganao. Dejadme a mí.

Al PP le vendría, evidentemente, muy bien una epidemia de amnesia general. Que el domingo veintiséis nos despertásemos por la mañana con una bachata triunfal y que no supiéramos dónde estamos. Que encendiésemos la tele y solo hubiera brotes verdes en todos los canales, una sonrisa final en la cara circunspecta de De Guindos anunciando el fin de la crisis, la eliminación de los impuestos y la palmadita que le acaba de dar la Merkel, el maná. Que el paro fuese cosa de cuatro vagos, que la prevaricación y el cohecho hubiesen prescrito en bloque y que la marea granate hubiese vuelto entera por tierra, mar y aire, justo a tiempo de incorporarse a su puesto de trabajo, y de votar popular. Amancio Ortega habría donado de su bolsillo el agujero de las pensiones, Twitter se habría disuelto y entregado los hashtags y Unidos Podemos, cautivo y desarmado, estaría confesando por fin sus planes para destruir España con las abuelas dentro. Sí. Todo eso le vendría muy bien, al PP. Como a mí el Nobel. Pero tal vez sería mejor una estrategia un poco más humilde. Confesar las dificultades, pedir perdón por las promesas incumplidas, pedir otra oportunidad. Quiá. Ahí vienen Moragas y sus esteroides. Sin pedir ni la palabra se levantan y dicen: se puede hacer.

Pero Jorge, ¿no te parece que podríamos al menos hablar de cambiar algo, alguna política, anunciar un recorte menos, suavizar?

¿Suavizar? ¡Suavizar es de losers! ¡Ni un paso atrás!

¿Y no necesitas al menos la cabeza de alguno de la Púnica? ¿El Pedro Antonio de Murcia? ¿Sacar de la lista a la Barreiro por lo menos? ¡Macho, que nos podemos estrellar!

A Pedro Antonio le acabo de mandar a Mariano a que se apoyen mutuamente. Está tó controlao.

Jorge, entre tú y yo, ¿tú tomas algo, verdad?

¡Es todo natural! ¡Ahora sin carteles, ahora con carteles! ¡Rajoy a La Sexta! ¡Ideas! ¡Creatividad! ¡En el spot tienen que salir 122 gatos! ¡Muahahahahaha!