Para conseguir que, en un mercado, los melones sean cada vez de mayor calidad, los vendedores deben esforzarse en ofrecer un mejor producto para alcanzar mayores ventas. Pero si en lugar de apostar por mejorar su oferta, un vendedor pretende conquistar cuota de mercado dinamitando la tienda de otro, eliminará competencia y al final acabará vendiendo melones de baja calidad, incluso podridos; simplemente no habrá otros y no tendrá incentivo en mejorarlos. Claramente, de esta actitud no sólo sale perjudicado el vendedor dinamitado, sino todo el mercado y toda la sociedad.

La política murciana y nacional está viviendo unos días convulsos ante la revelación, por parte de Onda Cero, de maniobras antidemocráticas perpetradas por Ciudadanos en las que tomaron parte y conocimiento los primeros espadas del partido. El diputado en el Congreso por Ciudadanos y secretario de Organización, Fran Hervías, justificaba la 'designación' de Miguel Sánchez como candidato regional diciendo: «Es estrategia política. Gracias a Miguel conseguimos desmontar UPyD en Murcia y que 300 tíos se vinieran?»

Resulta repugnante que bajo el paraguas de la expresión 'estrategia política' se pretenda camuflar y dar cobijo a actitudes y actuaciones que nada tienen que ver con el noble arte de la Política. Pero alguien podría pensar que esto sólo fastidia a los que bregamos en UPyD y a nadie más. En realidad no es así. Premiar con la candidatura regional del partido a quien ha contribuido torticeramente a aplastar otra opción política, no es política, es aplaudir al dinamitador. En consecuencia, el discurso de regeneración de la vida pública de Ciudadanos se queda vacío y le da la espalda el pluralismo político consagrado en nuestra Constitución como valor superior de nuestro ordenamiento jurídico.

Así pues, el partido de Rivera actúa como ese vendedor que, a sabiendas de que sus melones no son de calidad, busca dinamitar sin miramientos el puesto de venta de los demás para tener hueco en lugar de ofrecer mejores melones. Y con esa actuación pierde la sociedad entera porque la Política deviene inevitablemente en una sórdida venta de melones podridos.