Antes de que la ruleta de la fortuna aparezca en la pantalla, la pareja de ancianos se levanta con la silla pegada al culo para tomar el fresco. Como desde hace más de un siglo, en aquellos años en los que los trabajadores tenían derechos, el calor da una tregua y las angostas calles de la pedanía son tomadas por los vecinos. El tráfico es casi inexistente y los niños ocupan la vía para dar unos pelotazos antes de que la cena salga por las ventanas. Son días de junio, pero lo que más apetece, con perdón, es un poco de aire fresco y un quinto. Como los albaricoques, la sentada antes de la cena durará apenas un suspiro, hasta el Día de la Región. Luego, como metáfora de esa jornada festiva, el termómetro sobre el asfalto si apenas dejará sacar la nariz en el intercambio de día.

Otros cambios en Murcia ni habrá ni se les espera, pero del climático nos vamos a hartar. Ya están colocando los adornos, guirnaldas y carteles de la fiesta para San Juan, que este año se mezclan con los papelillos de los candidatos electorales, que han volado también hacia ese rincón perdido. En el animado programa se convocan varias misas, el concurso de paella, una carrera, hinchables y un baile. Todo muy popular. Habas contadas. Este año tampoco hay perras, por lo que se aprovechará la cita electoral, incluso, para suprimir la invitación a pasteles y limonada que, todos los años, realizaba el concejo.

Los recortes están de moda. La revolucionaria OCDE señala que España, al contrario que en otros países, ha reducido un 10% el gasto en educación, más de un 11% en sanidad, un 50% en subsidio de paro y un 39% en ayuda a la familia en 2012 y 2013. Eso sí, el domingo 26 se comulgará por duplicado. Primero ante el altar y luego frente a la urna. Con la cabeza gacha. Todos son iguales, como las homilías. Y después ya saben, ayuno voluntario, recibiendo la penitencia con los brazos abiertos, como los de la ciudad. Y hay de aquél que esgrima una sonrisa inteligente o decida no ceder ni pasar palabra.