Una violación es un hecho abominable, se mire como se mire, se cuente como se cuente. No he llegado a encontrar calificativo a lo sucedido a una chica brasileña, cuya violación se está investigando y en la que, al parecer, participaron hasta 30 hombres, llegando a ser compartida por las redes sociales. No hay palabras para describir lo que pudo sentir esa mujer y mucho menos para dar nombre a esos agresores sexuales inhumanos. En ocasiones se apela a la falta de cordura o a un problema psíquico del violador para intentar justificar lo injustificable, pero pensar que 30 hombres (ni uno ni dos) se pusieron de acuerdo para cometer tal salvajada, hace que se te ponga un nudo en el estómago y te den ganas de tomarte la justicia por tu mano. Y mucho más si pensamos en Brasil y leemos en la prensa local que la joven violada ha asegurado sentirse culpable después de responder a las preguntas de los investigadores. ¿En qué estarían pensando esos hombres cuando le preguntaron si era costumbre en ella tener sexo en grupo y si le gustaba? De verdad, da asco.