Hace unos días, el Instituto Nacional de Estadística publicaba una encuesta que permite saber, con ciertas garantías, cual es la evolución de la renta de los españoles: la de Condiciones de Vida. Aparte de constatar que estamos lejos de recuperar los niveles del inicio de la crisis, en 2008 (en aquel momento, los ingresos medios por hogar eran de 30.000 euros mientras que, a finales de 2014, apenas superaban los 26.000), también se constata algo de lo que suelen hablar poco los antiguos grandes partidos: el desigual reparto generacional en los costes del descenso del nivel de vida.

Así, mientras los menores de 16 años con riesgo de pobreza suponen cerca del 30% del total (aunque con mejora, respecto a 2013), los jubilados que se encuentran en dicha situación apenas son el 12%. Lo que nos lleva a otra cuestión que han empezado a tratar los partidos en campaña (aunque de refilón): la sostenibilidad del sistema de pensiones habida cuenta de que, durante los últimos años, han ido ingresando pensionistas que perciben remuneraciones cada vez más altas (y que, además, llegan en mejores condiciones de salud que sus homólogos de hace veinte o treinta años? por lo que habrá que pagar dicha renta durante más tiempo). Quedémonos con un dato: si hace diez años solo había 100.000 jubilados que cobraban más de 2.000 euros mensuales, la cifra actual es de ¡850.000! y creciendo.

Por lo que surge una pregunta: ¿tendrán que ver, todos estos datos, con el hecho de que los viejos partidos (PP y PSOE) reciban la mayor parte de sus votos de ciudadanos mayores de 60 años y que, curiosamente, el emergente líder con coleta consiga la mayor parte de sus sufragios entre los menores de 45?

Seguro que se puede intuir la respuesta.