Como casi todo, la bicicleta ha llegado demasiado tarde. Durante décadas la gran batalla del tráfico ha sido facilitar el aparcamiento y dejar espacio libre a los vehículos. Encontrar un hueco para el coche era considerado un derecho sagrado por los conductores, sobre todo en municipios como Murcia o Cartagena, formados por una constelación de barrios y pedanías sin un transporte público ágil o al menos asequible para personas sometidas a horarios rígidos. Nadie pensó nunca en dejar sitio para que la bicicleta resolviera el problema y pudiera llegar a donde no llega el autobús sin molestar a los transeúntes ni verse expuesta al tráfico. Igual que se levantó la antigua vía de Caravaca para construir la avenida Juan Carlos I de Murcia y luego se levantó la mediana de la nueva calle para dejar espacio el tranvía, habrá que hacerle sitio a la bici para que sea segura.