Lógico y revolucionario el descubrimiento de que el Everest, la cumbre más alta desde el nivel del mar, ya no sea techo del Planeta en relación al centro de la Tierra; dado que estamos achatados por los polos unos veinte kilómetros, por efecto de la rotación, las montañas situadas en el paralelo ecuatoriano (Ecuador, norte de Perú, Colombia, norte de Tanzania, Kenia...) parten de una cintura o meseta insospechada, que da de sí con respecto a otras latitudes; de ahí el inusitado reconocimiento del Chimborazo como la cima del mundo, seguido del Huascarán, el Cotopaxi, quizá el Kilimanjaro... todas por encima del Everest y cualquier otra del Himalaya, cordillera donde ubicábamos las catorce primeras. ¡Hemos cambiado el bichi! Ahora hay que tener en cuenta si batimos récords desde el núcleo terrestre o desde el nivel del mar, si uno es montañero para la mano o para el pulgar.