No sé quién le escuché comentar con tino que estaba deseando oír a Monedero decir que acababa de echar una quiniela. Es que cuando se pone, todos los demás parecemos memos. Encima, no sé si por cubrir el hueco que ha dejado Errejón, últimamente aparece en todos lados. De ser así, por lo que más quieras, déjate de pucheros y vuelve, Íñigo.

Cómo no, la noticia de la muerte de Cruyff le pilló en antena. Y dado que no se priva de nada se marcó un discurso en el que ensalzó la figura del holandés, tan alejado -remachó- del mercantilismo actual. Yo, que todavía lloro al recordar lo que le hizo a los míos y que lloro menos al rememorar lo que sembró en el Bernabéu; que ya antes de venir nos mostró que otro fútbol era posible, no creo que la falta de interés por los cuartos sea el elemento a destacar de aquella gacela con el «14» a la espalda, por mucho que a los jerarcas del palco, eso sí, los pusiera en su sitio. Pero al ideólogo de la nueva forma de hacer política o de cualquiera sabe qué, todo esto le importa una higa. Que le preguntan si la crisis de la formación es una invención, se trae a Umberto Eco con que «los mass medias siempre multiplican las cosas» al terreno que le interesa y listo. «Los medios -advierte- son como colgar una boñiga de vaca en un museo; la gente se para a verla, e incluso habrá algún sesudo intelectual que haga una profunda reflexión sobre la condición estética de esa boñiga». Teniendo en cuenta que ha repetido la reflexión tal cual en múltiples apariciones, no resulta fácil discernir ya quién es la boñiga.

El ínclito debería bajar a la terreta y explicar por qué sigue en Podemos un cargo que justificó el dedazo en su bisoñez. Anda, que si llega a tener experiencia... Eso sí, Juan Carlos cogería el toro de los cuernos y diría que todo empezó cuando cayó el muro. Ya ven, ahí nadie podría reprocharle nada. Es su forma de decir que la tiene de cemento armado.