No me suelo prodigar en opiniones y, por supuesto, procuro no hacerlo si no tengo armada la base sobre la que se sustentan. Pero, claro, no puedo pedir que los demás se manejen de la misma manera, aunque lo agradecería.

Hace unos días leía en un artículo de prensa: «Conservar la huerta de Murcia no es algo bucólico ni romántico, sino una forma de garantizar la alimentación de cara al futuro». Desde luego, no puedo estar más de acuerdo. Es un deber moral, histórico, ciudadano y de toda índole conservar nuestras raíces, nuestras valiosas raíces, y eso no es solo vestirnos de huertano y salir a la calle, comer en una barraca o entonar el Murcia, qué hermosa eres.

Tenemos la obligación de conservar nuestras raíces, nuestro legado para los que nos sucederán. Tenemos el deber de mantener nuestra riqueza fitogenética, guardando como un tesoro aquellas variedades de frutales, de hortícolas, de arbustos que han jalonado nuestra huerta y nuestros montes, que han teñido de violeta las primaveras de los campos y llenado de hojas los suelos en otoño.

Y lo estamos haciendo. La consejería de Agua, Agricultura y Medio Ambiente, a través del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA), posee un banco de germoplasma que cuenta con más 7.000 entradas de variedades cuya conservación es esencial para nuestra Región, por su condición de autóctonas, sus aptitudes agronómicas o su calidad alimentaria.

Así es, sí, 7.000 variedades entre hortícolas, aromáticas y frutales que forman parte de nuestra identidad agrícola, que han supuesto nuestra base alimentaria durante siglos y que lo siguen siendo en el presente. A nivel europeo, además, somos uno de los cinco espacios elegidos por un programa para conservar y evaluar el comportamiento de variedades de prunus, concretamente trescientas variedades. Y es más, tenemos la responsabilidad de llevar a cabo el mantenimiento, la conservación y el registro de variedades de vid que son únicas en España. Además de que la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia posee fincas para el mantenimiento de estas variedades, y de cerezo, ciruelo, nogal, albaricoque y limón. Esto en lo que se refiere a frutales, porque si hablamos de hortícolas, tenemos registradas variedades de lechuga, pimiento, tomate, melón, sandía, brócoli, pepino?

Eso aquí, en Murcia, en el IMIDA, en la consejería de Agua, Agricultura y Medio Ambiente.

Estos hechos hacen que me sorprenda al leer comentarios como los que aparecen en el artículo que apuntaba anteriormente, en el que se afirma sobre la conservación de frutales que «su situación, mucho más que las de las variedades hortícolas, es dramática. Los frutales hay que conservarlos en campos y casi todas las colecciones han desaparecido, están en peligro de extinción».

Tras lo expuesto anteriormente, no calificaría de 'dramática' la situación de la conservación de las variedades tradicionales de frutales en nuestra Región. Ni, por supuesto, cabe duda alguna sobre nuestra capacidad para hacerlo. Es más, no entiendo que se presenten propuestas para crear un banco de semillas como una necesidad vital para nuestra Región, salvo que se hable desde el desconocimiento.

La consejería de Agua, Agricultura y Medio Ambiente es un ejemplo para otras Comunidades autónomas en cuanto al mantenimiento de recursos fitogenéticos y, por supuesto, es intención clara de nuestra consejera Adela Martínez-Cachá reforzar la investigación agraria en nuestra Comunidad y mantener y conservar nuestras tradiciones. Esta apuesta firme del Gobierno de Pedro Antonio Sánchez por la investigación agraria y por el mantenimiento de estas variedades permite, entre otros logros, que nuestra Región siga siendo la Huerta de Europa.

Acabo reiterando que aplaudo cualquier iniciativa que contribuya al mantenimiento de nuestras raíces, nuestra biodiversidad y, por supuesto, nuestra identidad agrícola, pero, señores, seamos serios, eso ya se está haciendo y se está haciendo bien, muy bien.