Hasta esta semana, más de 100.000 migrantes y refugiados han llegado a Grecia e Italia en lo que va de 2016. De ellos, 97.325 llegaron a Grecia hasta el 22 de febrero y 7.507 a Italia. Además, más de 410 migrantes y refugiados han perdido la vida durante el mismo período. De ellos, 321 murieron en la ruta del Mediterráneo Oriental entre Turquía y Grecia, el trayecto más mortífero del mundo. Sólo en 2015, murieron cerca de 4.000 personas en su intento de llegar a Europa, de las cuales al menos el 30% eran menores de edad, según datos de la Organización Internacional de las Migraciones.

Europa no aprende de su historia y va camino de repetirla. Su actitud ante la mayor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial da cuenta de un proyecto de Europa fracasado e inhumano incapaz de hacer frente a una crisis que supone una tragedia humanitaria sin precedentes.

«Por favor, ayuden a Siria. Los sirios necesitan ayuda ahora. Solo paren la guerra. Nosotros no queremos ir a Europa. Solo paren la guerra en Siria». Estas desgarradoras palabras fueron pronunciadas por Kinan Masalmeh, la voz de la inocencia de un niño sirio de 13 años a las puertas de la estación de tren de Budapest en Hungría.

Llevamos muchos meses viendo con asombro e indignación el drama que sufren miles de personas forzadas a huir de sus países de origen a causa de los conflictos armados y la crisis humanitaria que sufren en sus países. Algo que, por lo que ya podemos ver, importa poco a Europa. Ya que mientras esto sucede, los Gobiernos de la Unión Europea siguen impasibles ante este drama humanitario y siguen sin reaccionar, como si olvidaran que sólo desde el respeto de las obligaciones del derecho internacional humanitario, se puede garantizar la supervivencia de estas personas, que no son cifras, que son seres humanos con familias, con esperanzas, con trágicas historias de vida, con dignidad. Y que no pueden esperar más tiempo a que se pongan de acuerdo en como aplicar y armonizar las políticas de asilo.

Pero también en Europa está emergiendo una sociedad nueva. Una sociedad que da la espalda a la impasibilidad y al conformismo. Que les ha tomado la delantera a sus mandatarios y ha dicho ¡¡¡basta!!! Y que es consciente de que solo desde el levantamiento solidario se puede hacer que los Estados reaccionen y se pongan a trabajar. Por suerte, la ciudadanía, y así lo viene demostrando desde hace tiempo, está muy por encima de sus dirigentes políticos. ONGs, grupos y movimientos sociales, voluntarios y voluntarias se están organizando tanto en los puntos de llegada como en múltiples ciudades para salvar vidas, atender a las personas que llegan a nuestros países y contrarrestar los mensajes y discursos que criminalizan a quien debe ser protegido.

Por esto es urgente que la ciudadanía nos movilicemos y exijamos a Europa que reciba a los refugiados con dignidad, que establezcan vías legales y seguras, visados humanitarios y acceso diplomático al asilo en terceros países. Que es urgente y necesaria la solidaridad entre los Estados europeos para la acogida de las personas refugiadas que se encuentran en Grecia y en Italia. Y pasa por solucionar con carácter de urgencia la reubicación de los refugiados, cumpliendo con los compromisos adoptados por los gobiernos.

Exigimos también la derogación del Reglamento Dublín que obliga a las personas refugiadas a quedarse en el primer país en el que solicitan el estatuto de refugiado y un papel activo a los Gobiernos europeos en la resolución de conflictos de forma pacífica, así como en el control del comercio de armas a países en los que se violan los derechos humanos. Además, reclamamos que se ponga fin a los discursos y actitudes denigrantes, racistas y xenófobas contra las personas refugiadas y solicitantes de asilo. No es asumible que a las personas refugiadas se les confisque su dinero y los objetos de valor que hayan podido traer como está ocurriendo en Suiza, Dinamarca y algunas regiones de Alemania, pues esto es una clara demostración de que no estamos ante una mal llamada 'crisis de refugiados', sino ante una aguda crisis de valores en nuestras sociedades europeas.

Hoy queremos que llegue con fuerza el mensaje de que no están solos, que el pueblo europeo y, por ende España, les da la bienvenida. Este es el propósito de la Marcha Europea por los Derechos de los Refugiados que hoy, 27 de febrero, se celebra en cientos de ciudades europeas y que en la ciudad de Murcia dará comienzo a las 5 de la tarde, desde la Plaza Circular.

Porque nunca antes fue tan evidente la debilidad del proyecto europeo. La obscena preeminencia de los intereses económicos y políticos sobre los derechos humanos supone una gravísima violación de derechos humanos. Ni la legislación europea, ni sus instituciones están a la altura de los complejos retos a los que nos enfrentamos. Ahora, más que nunca, deben primar los valores fundacionales de la Unión Europea y la defensa a ultranza de los derechos humanos.