Empiezan a proliferar las alarmas en los organismos internacionales sobre el estancamiento que se puede producir en la economía mundial, con el menor ritmo de expansión de los últimos cinco años, como consecuencia de la ralentización de economías emergentes como China, Rusia o Brasil, de los bajos precios de las materias primas y de un consumo y una inversión muy débiles que mantienen la inflación en niveles excesivamente bajos. Así lo mostraba la OCDE (el club de los países ricos) en su último informe, en el que encendía la luz roja y reclamaba medidas urgentes a los países. ¿Qué consecuencias puede tener en la Región? Evidentemente, en una economía globalizada como la actual, un catarro en China es fácil que contagie de una forma u otra al resto de los países y regiones, pero el servicio de estudios del BBVA, que es el que más ha acertado en las previsiones para la Región el pasado año, pronostica que este año el PIB se situará en una banda alta, el 2,7%, cinco décimas inferior al registrado en 2015, pero igual que la media nacional. Sin embargo, para 2017 prevé un crecimiento del 3,2%, situándose como la segunda comunidad, tras Baleares, más dinámica, impulsada en parte por el tirón del turismo. Para este primer trimestre, el observatorio de la entidad financiera considera que el PIB aumentará por encima del 0,8%, en parecida proporción a la finalización del año anterior, pero es menos optimista para el resto del año por la situación política en el país.

Los economistas murcianos también han mostrado un gran optimismo ante las perspectivas económicas en la Región. Su decano, Ramón Madrid, destaca la fortaleza del tejido empresarial después del esfuerzo que han realizado las empresas que han sobrevivido por reducir su endeudamiento y por la apertura a los mercados de todo el mundo, en los que ha conseguido tener una penetración que triplica la de la etapa de antes de la crisis. Eso sí, advierte sobre las debilidades que muestra el nivel de formación y el mantenimiento de bajos índices de productividad y de salarios. Contrapone el miedo de los mercados por la caída de la cotización del petróleo con los beneficios que está produciendo en la Región. Así, el BBVA calcula que el abaratamiento del crudo ha supuesto un ahorro de 190 millones de euros a los murcianos, que permite, junto a la leve rebaja de la presión fiscal, liberar recursos para el consumo. El dato negativo conocido esta semana, sin embargo, es el importante descenso que se ha producido en las exportaciones en 2015, del 11,2%, que nos sitúa como la comunidad con peores resultados. A la espera de conocer el comportamiento por sectores, que a la hora de redactar estas líneas no se había hecho público, sí se debe destacar que la reducción que se ha producido es prácticamente la misma que el aumento que registró durante 2014, un 11,6%, por lo que volvemos a las cifras de 2013. Debemos tener en cuenta que 2014 fue un año récord en envíos al exterior.

La losa de la sequía y las heladas

Muy probablemente parte de la culpa de la caída de las exportaciones ha sido la sequía, pues el pasado año ha sido uno de los más secos de los últimos años y de los que menos recursos se han enviado desde el Tajo. La falta de agua sigue siendo uno de los obstáculos para el desarrollo económico de la Región, pero, además, hay que añadir las heladas que se registraron en la madrugada del pasado miércoles, cuando los termómetros llegaron a marcar en la Vega Alta hasta siete grados bajo cero en una época de plena floración de los frutales que puede arruinar un 80% de los productos extra-tempranos, lo que significa un 20% de toda la producción. Se han visto afectados, a la espera de un balance definitivo, melocotoneros, nectarinas y almendros que, como consecuencia de las altas temperaturas que se han venido registrando, han adelantado hasta un mes la floración. Las malas noticias no vienen solas, pues la crisis de precios ha provocado que doce empresas hayan tenido que destruir una gran parte de la producción de lechuga. De esta forma, confían en que la cotización vuelva a subir y pueda hacer rentable la exportación a los países europeos.

A más largo plazo la agricultura, y también los demás sectores productivos, se enfrentan al resultado de las negociaciones que mantienen la Comisión Europea y Estados Unidos para suscribir un Tratado de Libre Comercio (TTIP en sus siglas en inglés) que ponga fin a barreras arancelarias y al proteccionismo de los productos de cada zona. La europarlamentaria murciana de Podemos, Lola Sánchez, ha llegado a decir que «la agricultura murciana, tal y como la conocemos, se irá a freír espárragos», porque las empresas de la Región no van a poder competir con las multinacionales norteamericanas. Y añade que podría desaparecer la Política Agraria Común (PAC), que establece un conjunto de ayudas para los productores. El vicepresidente del Parlamento Europeo, Ramón Luis Valcárcel, difiere de este planteamiento y, aunque reconoce que hay aspectos que pueden ser negativos, como la posible merma de los estándares de protección alimentaria, aprecia otros positivos para los pequeños y medianos agricultores. El secretario de Estado de Comercio, el murciano Jaime García Legaz, es más optimista y estima que se pueden crear en España más de 334.000 empleos en cinco años con este tratado. Uno de los mayores escollos, y que puede resultar muy perjudicial para la agricultura, se centra en los productos transgénicos que en Estados Unidos están muy desarrollados y que la Unión Europea no permite. En función de cómo se cierre la negociación, se podrá calibrar su influencia en el sector.