Supongo que habrán intentado descifrar más de una vez que ha escrito su médico. Esa letra indescifrable que, con la receta electrónica, ahora le toca desvelar al médico de cabecera que le mira y mira el papel del especialista preguntándose: ¿Qué pondrá aquí? Siempre me hicieron gracia esos garabatos ininteligibles que los denominados ´batas blancas´ estampan en los papelitos, sobre todo, porque la mayoría, en sus años de estudiantes tendrían una caligrafía perfecta y con los cinco minutos por paciente se han convertido en jeroglíficos para el resto de los mortales. Todos menos una persona, al menos que yo. Tiene una letra bonita que escribe con tranquilidad y con la misma dulzura con la que atendía a los niños durante sus años como pediatra en el hospital del Rosell y luego en el Naval. Y aún la tienes mamá.