Como es tradicional cada cuatro años, los caucus o asambleas en el estado de Iowa abrieron la competición para elegir, tanto en el partido Republicano como en el Demócrata, al político que debe suceder al presidente norteamericano Barack Obama como inquilino de la Casa Blanca. Iowa (como las posteriores primarias, en el pequeño estado de New Hampshire) no es determinante para elegir al candidato respectivo, pero sí que sirve para eliminar a los que no lo serán y para marcar las tendencias electorales. En el bando Demócrata, Iowa redujo la lucha entre la que parece 'inevitable' nominada, la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, y el senador por Vermont, Bernie Sanders, que logró un meritorio empate y lidera con comodidad en el progresista New Hampshire. Pese a ello, su continuidad en las primarias se antoja complicada (dada su escasa influencia entre los votantes más veteranos y las minorías, que deberían decantar a los electores del actual partido del presidente a favor de Clinton). Más abierto es el escenario en el partido Republicano (donde llegó a haber diecisiete precandidatos), pero el resultado en Iowa (con una victoria ajustada del conservador Ted Cruz, frente al populista Donald Trump y el senador por Florida, Marco Rubio) parece dibujar una lucha entre los tres citados? sin que ninguno de ellos se ajuste a las preferencias del establishment del partido del elefante. No obstante, todo apunta a que las donaciones se incrementarán a favor de Rubio (el más pragmático de los tres, pese a sus escarceos con el Tea Party en el pasado), al ser quién tendría más posibilidades de victoria en un hipotético enfrentamiento con Clinton, según los sondeos realizados hasta ahora. Pero no saquemos conclusiones, ya que la carrera acaba de comenzar.