La manera más fácil de equivocarse es no prestar atención al buen juicio y dejarse llevar por el instinto que directamente deriva de determinada indignación justificada. Le pasa a mi colega de aquí al lado, Miguel Galindo, quien, en su crítica a las corrupciones políticas, encuentra en el Partido Popular un infame infractor, pero yerra de pleno en su intención justiciera. Quien esto suscribe (yo) no se considera excepción, ni honrosa ni cuernos, soy de la generalidad más identificada pues escribir como escribe el señor Galindo que «el PP no es un partido, es una cloaca donde ´casi todos´ sus políticos se han dedicado al afanamiento a discrección (discreción) y/o a mirar para otro lado, salvo muy pocas y honrosas excepciones..» es toda una gran mentira, acaso inhabilitante. No soy (no somos) una excepción. Miguel, no me guardes rencor.