Aparece un caso de zika en nuestra Región y nos cagamos hablando todo el santo día del mosquito que lo parió y las posibilidades estadísticas de que el tigre lo convierta en la peste negra o la gripe española del siglo XXI. Desaparecen diez mil niños, el equivalente al alza de los alumnos que cursan el primer ciclo de educación infantil en la Región de Murcia, y sólo soltamos un ´lástimica´ el día que lo anuncian por la tele. Ya está. ¿Qué pasaría si en unos pocos meses todos esos murcianicos que comienzan su andadura escolar fueran desapareciendo hasta extinguirse? ¿Saldría usted a la calle a exigir a nuestros dirigentes que muevan el culo y lo solucionen? Sería un auténtico escándalo, ¿no cree? Entonces, ¿por qué no hacemos lo mismo por los menores que tras jugarse la vida y sobrevivir al trayecto de huida de la guerra y la hambruna en países ajenos terminan siendo carne de cañón en nuestra propia casa?

Somos unos desalmados. Sí, lo somos. No sólo por los 10.000 niños. También por esos otros miles que desde hace años va tragándose el mar en El Estrecho. Ya nos habíamos acostumbrado, ¿verdad? Ni nos acordamos ya de ellos. Lo peor de todo, porque la cosa es aún más cruda, es que no sirvió de nada mostrar la desgarradora última fotografía del pequeño Aylan. Otros niños han seguido su misma suerte tras él sin que nadie tratara de impedirlo. ¿Qué han hecho hasta ahora los dirigentes de nuestro miedoso continente? Buscarle puertas al campo para contener el problema, lejos, muy lejos de buscarle cura.

En Europa vivimos una tremenda epidemia que no trasmite mosquito alguno, se adquiere sin necesidad de contacto físico y afecta a la práctica totalidad de la población. Se llama carencia de emociones. No es un nombre muy espectacular, pero debiera darnos más miedo que el ébola, porque nos va destruyendo como sociedad. Hasta las hormigas son más solidarias entre ellas, y eso que no poseen sentimientos, según nos han enseñado.

El planeta es como una gran comunidad de vecinos de la que no nos podemos desentender encerrándonos en casa. Todos debemos pagar nuestra cuota. Vamos a tener que enviar a Joaquín ´El Cura´ y a su gente a que ocupen los despachos de los presidentes y primeros ministros europeos, a ver si logran movilizar a la poderosa opinión pública, vamos, a todos nosotros, a usted y a mí, para que exijamos activamente ayuda real para quienes buscan desesperadamente en Europa un salvador, y dejen así de encontrarse con vergonzosos campos de olvido, leyes que pretenden saquearles y psicópatas que los tratan como objetos mercantiles.