a diputación cartagenera de San Antón ha celebrado estos días las Fiestas de su Patrón, San Antonio Abad, al que se encomendó allá por el siglo XVI, cuando comenzó a formarse este popular barrio, a un kilómetro de Cartagena. Y bajo su protección continúa.

Su historia se remonta hasta la época romana, como se puede comprobar por los restos arqueológicos encontrados en la zona y la necrópolis paleocristiana, sede del Museo Arqueológico de la ciudad, sito en este barrio.

Cuando hacia 1530 comienza su caserío, como ahora lo conocemos, mantuvo una fértil huerta hasta mediados el siglo XX. Dispuso de Ayuntamiento propio en 1842 y sufrió los avatares propios de la ciudad, como punto importante en la Revolución Cantonal por su situación estratégica.

Desde finales del siglo XIX y lo largo del XX, San Antón desarrolló una importante actividad económica y social, destacando la fábrica de cerveza más antigua de España. Se llamaba Cerveza Gloria y de su ubicación en el barrio pasó a la calle Sagasta hasta su desaparición.

También son de recordar la fábrica de productos de limpieza Ta-Ka-Ta, la de gases como oxígeno y carbónico, las de sogas, cordeles o fabricación de carros, y mención aparte merece la fábrica del Licor 43, conocida mundialmente y que se acabó trasladando hace escasos años a la zona empresarial de Los Camachos.

En la calle Real de San Antón, estuvieron situadas las cocheras en las que se guardaba el Tranvía de la ciudad, al igual como los autobuses urbanos también tuvieron sus cocheras en el barrio.

Como olvidar la fábrica de la luz, antigua Escuela de Ingeniería, o el local de la Cruz Roja en la calle Mayor, que fue el consultorio médico del barrio durante largos años. O el cine de verano Avenida y el equipo de fútbol, la Gimnástica Abad, fundada en 1926 y que militó en Tercera división desde el año 1944 al 48, llegando a derrotar al Real Murcia por 2 goles a 1. La prueba gráfica de esta hazaña se puede ver en el Casino del barrio.

San Antón también tuvo la cárcel de la ciudad, cuyo morador más famoso quizás fuera El Lute. Todos estos lugares dan idea de la dinámica y bulliciosa vida que vio transitar esta red de altas calles, presidida por la Iglesia.

Las fiestas tienen una idiosincrasia propia, como la Romería actual, que comenzó por el año 1993; o la rifa del cerdo, que antaño andaba por las calles, mostrándose a cuantos visitaban el barrio.

Mención aparte merece el pulpo. Se preguntarán, ¿por qué pulpo y no otro producto? La respuesta parece que está en que hace más de medio siglo comenzó a hacerse debido a su abundancia y precio popular, y a fe que está muy bueno.

Este cefalópodo es uno de los protagonistas de las fiestas en honro al Patrón. Se prepara en las numerosas planchas que se instalan por las calles, lo que da en esos días un olor muy peculiar a pulpo asado al barrio. De los locales gastronómicos, un histórico, El Extremeño, que comenzó en 1996. Su dueño Pablo y toda su familia, grandes sanantoneros y cartageneros, engrandecieron en sus planchas ese pulpo asado, aderezado con esa mezcla puramente cartagenera.

La bendición de los animales el 17 de enero es el alma y razón de ser de las fiestas y aparecen caballistas históricos como Rapalo o El Pana -con su yegua de nombre Monísima- y cada vecino de la ciudad, que trae su mascota para ser bendecida.

Y lo más importante de todo durante los festejos de enero: coger un rollo bendecido por San Antón, si se quiere tener un gran año; no falla.