El medioambiente, junto con la cultura y lo social, ha sido el gran ausente de la campaña electoral. Mientras que en París se desarrollaba la Cumbre del Clima y las ONGs y sociedad civil se volcaban en ella desafiando el estado de excepción y la prohibición de manifestarse, en España se ha perdido la oportunidad de hacer una reflexión sobre lo que estaba pasando a nivel mundial y la oportunidad de plantear un nuevo modelo económico y social a la altura de las circunstancias.

La cumbre ha decepcionado y entusiasmado a partes iguales. Objetivos no vinculantes, el sector aéreo y el transporte excluidos del acuerdo, una financiación pero a partir de 2020, la elección de la neutralidad en carbono frente a la decarbonización (que deja la puerta abierta al uso de los combustibles fósiles frente a opciones tecnológicas inciertas y mecanismos de compensación y que además deja sin amparo luchas como el freno del fracking y las arenas bituminosas) son sin duda puntos débiles.

La esperanza es que esta parece ser por fin un punto de inflexión, hasta los países más escépticos han reconocido que no pueden volver la vista al otro lado, y por primera vez en la historia 189 países lo han firmado (frente a los 35 firmantes del protocolo de Kioto).

El acuerdo de París es un 'punto de inflexión histórico' que por primera vez ha puesto de acuerdo tanto a los mayores países emisores como a los más vulnerables, a los más ambiciosos y los más escépticos, a los ricos y los pobres, contra el cambio climático (David Howell, director de políticas ambientales de SEO/BirdLife).

La acción a nivel nacional, regional y local va a ser determinante en lo que pase durante los próximos años. En este caso la imaginación y la creatividad puestas al servicio de los ciudadanos a nivel local puede ser clave.

La Cumbre de Líderes Locales desarrollada pocos días antes de la Cumbre del Clima participada por mil representantes locales (incluidas las alcaldesas de Madrid y Barcelona, Manuela Carmena y Ada Colau) hacía un llamamiento a ello.

Las ciudades tienen la posibilidad de tomar medidas rápidas y de efecto inmediato sobre las poblaciones que residen en ellas y son capaces de probar soluciones innovadoras que luego pueden ser escalables a nivel nacional y global. Las ciudades gestionan además servicios y áreas de impacto clave para el cambio climático como infraestructuras, transporte, agua y gestión de residuos.

Los ejemplos son múltiples: Vaxjo, la ciudad sueca que ha prescindido de los combustibles fósiles, o Totnes, que ha sido el pionero de las llamadas comunidades de transición, Todmorden, Freiburg, capital alemana del sol, Kamikatsu, una villa japonesa que está trabajando para convertirse en 2020 en la primera del mundo que no genere residuos o Malmö en Suecia, como describe Belén Sánchez en su blog de iagua, son muestra de lo que se puede hacer.

En España, el ejemplo de Barcelona es quizás emblemático de cómo se puede dar un giro de 180º y de cómo desde perspectivas municipalistas se pueden dar solución a problemas sociales y ambientales de una manera imaginativa y nueva. Por ejemplo, la creación de un operador local de la energía. (clave en la propuesta municipal de lucha contra el cambio climático y la pobreza energética).

Soberanía alimentaria, agroecología, eficiencia y medidas para favorecer el impulso de renovables a nivel municipal y descentralización de la producción de la energía junto con medidas de movilidad sostenible y una transición hacia la economía circular y baja en carbono serán claves en las ciudades.

Murcia, que pertenece a la Red de Ciudades por el Clima y que ha firmado junto con muchas otras ciudades europeas en Pacto de los Alcaldes y el acuerdo de Alcaldes por la Adaptación (Convenants Adapt) necesita dar un paso más allá en la incorporación de estos elementos a sus políticas estratégicas.

Es significativo como la recientemente presentada Estrategia Municipal 2020 o la nueva Estrategia Local, anunciada por sorpresa días antes de la Cumbre y que venía a sustituir la Estrategia de 2008 (cuyo plazo venció en 2012) no se aprovechará para plantear objetivos ambiciosos en este sentido.

La reciente moción de Cambio Climático presentada por Cambiemos Murcia a instancias de Equo y aprobada por unanimidad en el ayuntamiento de Murcia y la firma por parte de la mayoría de grupos municipales del Manifiesto de una Nueva Cultura por el Clima, que plantea objetivos de reducción de emisiones del 100% tomando como referencia las de 2010 de aquí a 2050, un objetivo de mejora de la eficiencia energética del 40% para 2030 y un objetivo de energía renovable del 100 % para 2050 y la creación de ZEACC (Zonas especiales de adaptación al Cambio Climático) debería ser aprovechada para definir herramientas concretas y dar un paso adelante, además el compromiso a nivel local debería impulsar también el compromiso a nivel regional donde medidas como la creación de ZEACC tendrían más sentido.