Ahora se entiende todo. Tal vez Martínez Pujalte, que ha cedido cortesmente su plaza en el Congreso a su propia esposa, Isabel Borrego „número tres del PP por Murcia„ se tomó un cafelito con un enterado del CIS y éste le sopló la bonoloto: 5-2-2-1. Y con esa información se fue a Sigma 2 y sugirió avispadamente: «Vamos a vender una encuesta a unos amigos que tengo en Murcia». El escepticismo que produciría la fuente quedaría corregido días después por la acreditación del CIS. Jugada perfecta. Uno puede suponer que las cosas son así, pues quien tanta mano tiene en la Fiscalía del Estado no la debe tener más corta en los chiringuitos de Moncloa.

¿Nos creemos la encuesta del CIS, pues? Tiene su lógica como podría tenerla cualquier otra. Pero si uno sale a la calle y le echa morro a su condición de periodista para permitirse preguntar qué va a votar a todo quisque que se le cruce llenará de rayitas la casilla de «al Rivera». Puede ser que uno ande por malas calles, pero ocurre que la mención a PP o a PSOE hace fruncir el ceño a la gente. La impresión es que los dos gigantes permanecen estancos y a la baja „no han dejado de caer desde las europeas„, mientras Podemos se balancea en un asiento de oro para venir de nuevas, pero inestable. El único que va tomando copero es Ciudadanos, aunque sugerir sus siglas permite observar la curiosa reacción de que sus detractores son más apasionados que sus nuevos adscriptores, muchos de los cuales citan a este partido por descarte. Uno promete cambiar de rutas, ya les contaré, pues he de admitir que hace tiempo que no frecuento la casa de Bertín Osborne ni los bares donde se juega a dominó o a futbolín en precaución por si aparece Rajoy, pero puede tenerse por cosa científica que los votantes confesos de Ciudadanos crecen y crecen, aunque el fenómeno no ha conseguido doblegar a mi amigo Rafa, del Bar Ato, persistente votante de Podemos tanto cuando éste estaba contra la OTAN como ahora, que se pone a favor. Sin embargo, es posible que eso de ´tomar contacto con la calle´ para conocer la realidad sea un mito, un malentendido, y que la realidad no se deje atrapar tan fácilmente.

La realidad, por lo visto, quien mejor la conoce es Martínez Pujalte y los encuestadores de Moncloa, aunque es sospechoso que el exdiputado haya colocado a su mujer en el puesto número tres por si contra la previsión de la manita no salieran el cuatro y el cinco. Más que las encuestas lo que canta el resultado es la zona segura en que ha sido instalada Isabel Borrego y su paracaidas. Todo lo que viene debajo, por el rumor de la calle, parece encomendado a la suerte.