Un poco lo de siempre. Conforme entramos en fase preelectoral, los primeros espadas afilan sus ídem, los aparatos engrasan sus maquinarias, y ejércitos de comunicadores, asesores de imagen, peluqueros, sastres, maquilladores y demás personal de campaña se aprestan a volcar capas de magnetismo sobre los candidatos. Y allá van, con el argumentario bien planchado y el peinado ganador, a vencer o morir matando, que no por nada pertenece el término ´campaña´ al léxico militar.

Y así todo. ¿Todo? No, no todo. Pequeños milagros quincemayistas han traído, aquí y allá, a otro tipo de personas a esos disputados ´puestos de salida´. No siempre han sido copados por los candidatos alfa de tal o cual partido: a veces se han impuesto lógicas asamblearias que han terminado con el nombramiento de alguien que así, a bote pronto, no pega ni con cola.

El sábado pasado escuchamos a una de ellas, Magdalena Martínez, que aspira a abrir la lista ´en común´ por la circunscripción de Murcia.

Mada no pertenece a ningún partido, y ninguna metáfora militar se le puede aplicar sin que suene muy rara. No está en campaña. Dice ahora lo mismo, y en el mismo tono, que lo que decía el año pasado, y el otro y el otro. No vende con técnicas comerciales un relato macroeconómico ni una ´marca´. Habla de quedarse en paro, de ver negro el futuro, de tocar un interruptor y que la luz no se encienda. De la bellísima transformación del «¿qué hago yo ahora?» en «¿qué hacemos nosotros ahora?», y de buscar respuestas en común a esa pregunta. No pone en práctica un estilo asertivo y proactivo. No dice ´sígueme´ con un lenguaje corporal óptimo. No se ha aprendido una serie demoledora de datos que le den la razón en todos los debates. No parece ni querer llevar la razón. Es como si le bastase con compartirla. No se parece en nada a la figura de salvador de un rebaño que necesite ser salvado de la crisis. Se parece más bien a quien la sufre y sabe que es mejor organizarse que quedarse esperando a un Godot que te pide el voto.

¿Cómo acabará todo esto? Tal vez el milagro de que hablaba antes ya se haya producido. Tal vez el resultado del 20D no sea lo único que importa. La sana anomalía, la grieta en la pared que significa ver a Mada en esta historia ya no puede borrarse ni rebobinarse. No se me ocurre un comienzo mejor.