Tras la gira del consejero Bernabé por las distintas organizaciones empresariales, las Cámaras de Comercio y los toques a otras asociaciones, mañana, a las 10,30, se firmará un acuerdo partidista en apoyo del Gobierno regional para traer un tren, un falso AVE. No hablarán de vías, que son las que lo transportarán, ni hablarán del Corredor, palabra de la que el PP huye y también el escribiente que figura en los metadatos mjodar, que suponemos será Manuel Jódar, decano del Colegio de Caminos, quien quizás querrá seguir la senda de sus antecesores, bien en la Asamblea, bien en el Puerto de Cartagena.

A pesar de ello, como rebaño y a sabiendas de que esa nula inversión en los presupuestos hace peligrar las cercanías de Lorca, CECLOR irá con la Cámara de Comercio de Lorca, olvidando que ellos también se juegan una integración urbana para la que están exentos de día y con un estudio informativo que descansa en un cajón. Marcharán, desdeñando que con la llegada en superficie que pretenden en Murcia se disgregarán las Cercanías, que con el fin de la utilidad pública en 2019, corren un riesgo real de verse cerradas, porque de la conexión con Andalucía únicamente se ha licitado un tramo entre Pulpí y Cuevas, que tiene más de electoralismo que de previsión. Acudirá también la COEC, a pesar de las largas que en los presupuestos el consejero ha dado al baipás que conectará con Cartagena y que ADIF no tiene entre sus preferencias. Todos acudirán, unos con el miedo de perder las subvenciones, otros con la esperanza de que aquello se transforme en una dirección general o en un puesto sabroso. En una región tan pequeña como la nuestra esas son las puertas giratorias.

Acudirán los mismos que hace unos años rechazaron estar en una plataforma por el tren que intentó ser revitalizada con objeto de que se terminara la conexión con Cartagena que depende de un baipás fácilmente realizable; de que se hiciera la circunvalación de mercancías para que éstas no circulen por el interior de las ciudades de Alcantarilla y Murcia; de que se concluyera de una vez la conexión de Camarillas, que parece que está encarrilada, pero a nuestra costa, y se desdoblara electrificándola, planteando además un aumento de las Cercanías que tendría como culminación la estación intermodal prevista en soterramiento de la ciudad de Murcia del Convenio de 2006, del que hubiera supuesto la integración y la posibilidad de crear un billete inter-operable entre diversos medios de transporte que confluían en aquella estación intermodal. Todo aquello no fructificó por la resistencia de quienes hoy quieren que no se paralice una obra con serios indicios de ilegalidad.

Sus dardos no son contra esta Plataforma, son un intento torticero de intervenir en la Justicia, en la Fiscalía que ya ha solicitado la paralización. Sus dardos intentan evitar, como subrayan en su primer punto, que se pida la paralización de una obra, olvidando que sobre ésta ya pesa orden de la Fiscalía, lo que obliga a intervenir a los poderes públicos, que tienen que defender a la ciudadanía, máxime existiendo ya un informe jurídico del ayuntamiento de Murcia en el mismo sentido.

Su intento es pervertir el Estado de Derecho, enfrentar a unos Ayuntamientos contra otros, volver al caciquismo: con los amigos, el favor; con los enemigos, la ley que han endurecido para que castigue a quienes osamos señalar la desnudez del rey que reconoce el consejero cuando indica que es posible que un juez aprecie suficientes indicios de ilegalidad para parar la obra actualmente en vigor. Y eso no significa que el tren se vaya a retrasar; llegará porque Europa así lo pide, pero lo habrá de hacer como lo tenía que haber hecho y como llevamos diciendo desde 2012, soterrado hasta la estación del Carmen a cota de menos ocho metros.

Pero lo mejor de toda esta artimaña es que al final deja bien patente y nos hace ver lo débil que es nuestra sociedad civil, presta a ser colonizada por los partidos, a servirles cuando gobiernan, como si no fueran conscientes de que todo esto es una maniobra de comunicación y manipulación para ocultar bajo el mantra de un tren „el AVE„ largos años de nula planificación e incapacidad, que a día de hoy continúan en los presupuestos.

Hasta la Variante de Camarillas, al final, la vamos a tener que pagar nosotros, y no el Estado, a través de la Autoridad Portuaria, que también irá a firmar de mano de su director, pues para algo fue decano del Colegio de Ingenieros.