El presidente de la Comunidad Autónoma le ha pedido a la Fuensanta que «cuide de los desvalidos» y traiga «trabajo para los murcianos». No sabemos lo que le ha contestado la Virgen, entre otras cosas porque los dioses suelen hablar recto pero con renglones torcidos y no siempre es fácil interpretar sus designios. Ojalá le haya hecho caso, que falta nos hace. Y puede también que le haya echado una bronca bajo capa. Vete a saber. Hace unos años, su predecesor, Valcárcel, participó en una rogativa a la patrona de Murcia para que€ lloviera. Creo recordar que fue por estas fechas, en el mes de septiembre, un mes especialmente propenso para las lluvias. Sea como fuera, el caso es que llovió y las fiestas de Abarán no se salvaron de su aguacero de todos los años.

Valcárcel no tenía reparos en declararse «católico, apostólico y romano», y por eso acudía a las rogativas a pedirle a Dios que lloviera. Pedro Antonio Sánchez, a tenor de sus declaraciones públicas, sigue su estela y le pide a la Fuensanta «trabajo para los murcianos», endosándole a la Virgen una responsabilidad que no sabemos si le corresponde. Y de paso se echa la foto. Pongamos las cosas en su sitio. Como ciudadano de a pie, Sánchez puede hacer lo que le venga en gana (¡no faltaría más!). Como presidente de todos los murcianos, debería guardar algunas formas. Así, al menos, lo señala la Constitución cuando habla de Estado aconfesional. Además, debería llevar cuidado, porque la instrumentalización de la religión con fines partidistas tiene en España una triste historia y nunca se sabe, a la larga, a quién termina beneficiando o perjudicando. De fuera de España, mejor no hablar, ya vemos lo que esta amalgama está dando de sí en los países musulmanes.

Aparte de esto, quienes defendemos un Estado laico, respetuoso con las distintas creencias religiosas, pero independientes de ellas, nos preguntamos (y suponemos que muchos de los otros también), qué formas son estas de gobernar. Meter a la Virgen en el berenjenal político-económico resulta, cuando menos sorprendente, por no decir surrealista. Si la facultad de crear puestos de trabajo dependiera de ella, hace tiempo, me imagino, que tendríamos en Murcia pleno empleo. Que no se equivoque Sánchez, es él quien tiene la responsabilidad de dar una repuesta a la brutal tasa de paro que padecemos los murcianos, no la Virgen. Los ciudadanos elegimos en las urnas a los políticos, y no a los santos, para que resuelvan los problemas. Además, tampoco es la mejor carta de presentación para comparecer ni ante la Virgen ni a ante nadie haber formado parte durante años de un Gobierno que ha dilapidado el dinero de los murcianos, fomentado la especulación, recortado en Sanidad y Educación, acrecentado las desigualdades sociales o convivido sin rubor con la corrupción.

A decir verdad, Pedro Antonio Sánchez, exconsejero de Educación, más que encomendarse a la Virgen en los últimos años se ha debido de encomendar al diablo, porque durante su mandato fue una máquina de crear parados: suprimió miles de puestos de trabajo (fundamentalmente de profesores interinos que pasaron a engrosar las filas del paro), y no cesó de meter la tijera en la enseñanza pública.

«No se entiende „dicen los obispos„ que un representante de la autoridad no vaya a una reunión pública, procesión o fiesta de un santo, por el mero hecho de que es religiosa. No se trata „añaden„ de manifestar una adhesión de la institución pública a la Iglesia católica, sino de compartir la alegría de tan gran número de conciudadanos». En cuanto a lo primero, nada que objetar. Respecto a lo segundo, sí. De ser así, Ballesta y Sánchez quebrantaron este precepto la semana pasada proclamando ante los micrófonos una ´devoción´ (algo sobreactuada, por cierto), que puede chocar con la laicidad de las instituciones. En ningún caso mantuvieron la neutralidad que se le exige a los poderes públicos ante las diferentes confesiones religiosas.

Por mi parte, coincido con el nuevo alcalde de Santiago de Compostela. Yo también soy de los que piensan que no le corresponde a un alcalde, ministro o presidente condecorar a una Virgen o pedirle a un santo que acabe con el desempleo y la corrupción. Lo que les tocar es ser capaz de impulsar políticas de transparencia y de fomento del empleo. Ya está bien de estar a Dios rogando y con el mazo dando.