Una tarde de agosto cualquiera, un hombre sale corriendo de su casa de alquiler a orillas del Mar Menor, va llorando, desesperado, fuera de sí. Un aparente conflicto familiar le ha llevado, primero, a la soledad por abandono de la familia y, segundo, a la desesperación.

Las lágrimas brotaban con fluidez de sus ojos, sus mejillas se empapaban del salado líquido dejándolo correr hacia el suelo.

El agobio le nubló la razón y, una vez perdido el poder del ser humano, quedó en manos de la sinrazón, que desencadenó en incontrolable locura.

La casa se convirtió en prisión, la respiración en ahogo y la única salida, la carrera desesperada hacia ninguna parte.

¿Vio el coche que venía al cruzar la carretera?, ¿no lo vio?..., el caso es que fue un instante, tan rápido como el relámpago, el hombre perdió su desigual confrontación con el vehículo.

En el suelo un ser humano, cargado de problemas, pero un ser humano. En el vehículo, un sorprendido conductor, asustado, sin dar crédito a lo que le estaba ocurriendo.

Una llamada al 112, unos larguísimos cortos minutos y tanto Policía Local de San Javier como los servicios sanitarios de urgencias se personaban en el lugar, prestando una impecable asistencia sanitaria al accidentado.

La circulación de vehículos pronto se organizó, un carril quedó cerrado por las ambulancias, mientras en el otro un agente reorganizaba el tráfico.

Conocidos se afanaban en encontrar a la familia, pero nadie aparecía por allí. La gente, confusa, murmureaba un sin fin de especulaciones..., mientras los coches seguían pasando y el agente en cuestión continuaba displicentemente con su trabajo.

De pronto se escuchó al agente, entre sonrisas, hablarle desde el centro de la avenida a alguien que estaba distante: «Hay que decirle que la próxima vez se tire desde una terraza...».

No digo yo que el agente ´rebuznase´, porque es persona, pero si todo ser humano lleva dentro unos cuantos genes del origen animal de éste, mas parecieron en ese momento de asno que de mono, pues el ´rebuzno´ sonó perfectamente a ´rebuzno´ ¡desagradable!

¡Ay!, si es que algunos equivocan su profesión..., menos mal que este tipo de ´jumentos´ es la excepción que confirma la regla de que ´lo normal´ es que los integrantes de la Policía, en general, y la Local, en particular, sean educados, correctos, disciplinados, serviciales y estén muy bien preparados para el cumplimiento de sus funciones.

Ojalá si alguna vez a alguno de ellos le ocurre lo mismo que al pobre accidentado, no se le ocurra subirse a una terraza y tirarse, como manifestó el agente en cuestión, un impresentable que no se cortó en medio de la gente, en una vía pública, para decir lo que dijo.

Eso también debería ser sancionado con una buena multa.