Jamás, la presentación de los Presupuestos Generales fue acogida con entusiasmo por la oposición. Faltaría más. Nunca. Al contrario, con ocasión de tal circunstancia los partidos opositores afilan sus intenciones que convertidas en argumentos, con sus correspondientes lugares comunes, apuntan en la dirección contraria a la que justifica las cuentas gubernamentales. Los líderes opositores dicen lo que quieren que digan sus seguidores. Están en su derecho, pero lo cierto es que sus apuntes arrojados tal que dardos envenenados no conducen al conocimiento objetivo de las cosas. Yo, de ser más independiente, sería capaz de admitir (o no) premisas no fundadas precisamente en el exclusivo interés de quien las expresa. Pero, vaya, tal cosa no sería posible.