Decía el otro día el bueno de Currogol que estar de Rodríguez y acostarse solico en casa antes de las once era lo más parecido a la madurez extrema€ Desde luego también tiene que ver el cambio absoluto que le hemos dado a los veranos en la ciudad, que julio y agosto son los nuevos octubre y noviembre, y no es cosa mía, que es tema sombrillero y de barra de chiringuito. Eso sí, por la tarde al caer el sol, claro, una vez hemos vuelto del curro, que ahora estamos en los veranos de las dos horas diarias en el coche. El Rodríguez ha mutado. Y si acaso, quedan comidas sueltas entre horas de curro y viajes cortos, casi en plan comida neoyorquina o londinense, pero claro, aquí no somos mucho de comer en un parque sobre un cacho de papel de cartón, más que nada, porque acabaríamos carbonizados. Aquí somos de tres platos y café al aire de caja, y si puede ser con un amiguete.

Mi neorodriguismo me ha permitido este julio de cien días hacer cobijo en uno de mis sitios fetiche, hasta ahora sólo en grandes citas, y ha sido gracias a mi compadre Jhonny P., que le pongo este nombrazo tirando de naming profesional, que le da un aire a la estrella del rock que bien podría haber sido. Este verano me he sacado, con permiso del gran Emilio Morales, el carnet del Continental Bistró. Soy un pezqueñín en este océano de arte murciano, pero puedo decir que por fin, en pleno centro de Murcia, uno puede echarse al cuerpo un arroz de verduras sin rival, y nada de días sueltos, en el Bistró tienen el secreto de la constancia en los sabores. Sólo mejora€ Así que si van, vuelvan al tiempo, que apreciarán la diferencia. Lo que no cambia es el sabor a lugar con garbo artista, que por allí paran varios de los que en el último medio siglo le han puesto a Murcia tres o cuatro de las siete coronas de su bandera, Maestro Montiel incluido€

Y aún volveremos antes de que llegue el otoño, que hablan de las acelgas con huevos y sardina maravillas de las que uno se queda anotadas en el tuétano como si fueran una astilla incandescente, y un vinico de Jumilla. Esos sitios a los que entras por la puerta desde los cincuenta grados de asfalto y calor murciano, que ya es noticia en los telediarios por delante de Sevilla, ríanse del cambio climático, y el aire acondicionado te abraza, te viste con una chaquetica de frescor y antes de sentarte alguien te pone una Estrella helada burbujeante con hielo cayéndote por los dedos para que empieces el momento menú sintiendo que todo el neorodriguismo tiene sentido; esos sitios, digo, son para dejar allí algo muy tuyo, y volver cada poco tiempo. Ahora, como muchos neorodríguez, toca descanso en el Bistró. Pero compadre de columnas y pachangas que no son pachangas, amigo Mondo, si buscas arroz top sin coger el coche, ahí lo tienes, en Simón García. Vale.