La hoja de ruta de Pablo Iglesias es la de Felipe González al inicio de la transición, y su intención de cambio semejante a la «pasada por la izquierda» del sevillano. La carrera hacia el poder de González, basada en el carisma personal que ha sido siempre su capital político (y el del PSOE), comenzó con el control del partido sin contemplación alguna, siguiendo junto a Guerra el consejo que les había dado Ramón Rubial, presidente del partido: «tenéis que ser duros como piedras». Las tres palancas de González fueron la ceba sin tasa de su aura carismática, que al convertirse en votos acallaba cualquier disidencia interna, el control de las listas y a través de ellas del partido, y la combinación de agresividad frente al adversario (vapuleo de Adolfo Suárez) y moderación ante el elector. Que Iglesias logre o no ejecutar su hoja de ruta es ya otra cosa, pero vayamos casando las estampas.