La bautizada (con gran acierto) ´Ley Mordaza´ ha logrado que muchos países logren situar a España en el mapa del mundo, aunque no sea por sus aciertos sino por sus deméritos. Tanto es así que hasta la ONU ha dado la voz de alarma por una ley que, según ha descrito uno de sus expertos, «vulnera la propia esencia del derecho de manifestación pacífica pues penaliza una amplia gama de actos y conductas esenciales para el ejercicio de este derecho fundamental, limitando marcadamente el ejercicio del mismo». Y destaca, además, que esta ley restringe «de manera innecesaria y desproporcionada» libertades básicas como es el ejercicio colectivo del derecho a la libertad de opinión y expresión en España». El mensaje está claro: se nos permite pensar, pero no expresar lo que pensamos en la calle. Y es que nuestro gobierno quiere mantener las calles limpias, tanto de manifestantes como de indigentes (que a partir de ahora podrán ser multados con 600 euros por ´deslucir la vía pública´, si duermen en ella). Calles limpias y en silencio: el sueño de cualquier gobierno temeroso de la democracia.