Hoy se volverá a parar el mundo. ¡Es la final de la Champions League! Berlín está engalanada a partes iguales con banderas blaugranas y bianconeri. Se enfrentan dos equipos -FC Barcelona y Juventus- que ya han ganado la liga y la copa de sus respectivos países. ¡Optan al triplete! Otro aliciente más para que no exista un mañana. Desde las 20.45 horas no habrá más que una pantalla rectangular para los aficionados al fútbol. No descubro la pólvora si confieso que yo soy uno de esos. De los que verá la final con la camiseta de su equipo esperando que los que levanten la orejona sean -y esta es fina- los de rayas. Cuando acabe el partido habrá lágrimas de alegría o de tristeza. Yo ya aviso que las mías serán de tristeza, independientemente de que sea mi equipo el que se lleve el gato al agua. Serán de tristeza porque el partido de esta noche es el último encuentro en la élite para un tipo bajito, de Tarrasa, culé hasta la médula, con un fútbol en sus pies y, sobre todo, en su cabeza que poco vamos a volver a ver en esta vida. No sé cuando volverá a aparecer un tío tan irrepetible. Y hoy cuando se marche del césped, sólo habrá una cosa que decir: #6graciasXavi.