¿De verdad alguien se ha sorprendido de la pitada al himno nacional en la final de la Copa del Rey de fútbol? No lo creo. Entonces, ¿a qué viene este rasgarse las vestiduras, expedientes informativos a los clubes, amenazas con la Fiscalía y estudiar leyes que prohíban este tipo de cosas? Más bien convendría preguntarse qué lleva a tantas personas a protestar todas a la vez en el momento de sonar el himno nacional.

La mala educación, seguro. Esto tiene mal arreglo. El mal ya está hecho merced a la dejación de funciones de muchos padres y el deficiente sistema educativo, ahora más deficiente, a causa de los continuos cambios y los recortes presupuestarios. Así que si la gente va al cine a hablar por el móvil o a contar la película en voz alta, ya me explicarás qué quieres que hagan con una música cuyo significado desconocen.

Y también digo yo que expresará el descontento con lo que simboliza el himno nacional (o la bandera). Reconozco que soy incapaz de medir cuánto tiene de legítimo y cuánto de dirigido por oscuros intereses de élites en busca de poder, pero el caso es que existe y que no se quita acudiendo a los tribunales.

Oírse, se han oído los pitos. Pero para que estos gobernantes los entiendan, me temo que tendrá que sonar la flauta.