Gracias a Hollywood, el planeta entero sabe que Alan Turing anticipó el presente de la informática y el futuro de la inteligencia artificial. En las biografías de este genio se resalta su calidad de corredor de maratones y su agilidad en la resolución de crucigramas. Rellenaba la diabólica cuadrícula del Times londinense, plagada de alusiones, durante el camino al trabajo.

Turing utilizaba la habilidad con los crucigramas para reclutar a neófitos, otro símbolo de la génesis de la revolución tecnológica en curso. Por desgracia, los talentosos para los juegos de palabras se han promocionado a la categoría de totipotentes. Nadie referiría hoy en su currículum que está «dotado para los crucigramas». Se refugiaría en invenciones como ´nativo digital´ o tech savvy.

Por ejemplo, El Mundo cambia de director, a quien cabe desear toda la suerte del ídem. En el perfil biográfico que justifica su nombramiento, se anota en cuatro ocasiones y ni una menos que posee un «conocimiento avanzado del entorno digital». En primer lugar, Google emplea a miles de ingenieros y ninguno se arrogaría esa condición de experto universal, pero cada cual es libre de exagerar de modo avanzado o entornado.

Más grave resulta que tres menciones al «amplio conocimiento del entorno digital» precedan a la humilde relación, en un único párrafo, de las virtudes antes llamadas periodísticas que avalan el nombramiento. Solo diez líneas, porque hay que volver a hablar de ´desafíos digitales´ para no mancharse las manos con el rancio periodismo.

Los perfiles de periodistas ya no anotan su dominio de los secretos de la escritura, porque esta característica se consideraría un vicio letal para sus posibilidades. Las noticias exploradas han pasado a un tercer plano, y se ruborizarían si se les preguntara por los crucigramas a quienes son eruditos digitales, etiqueta que tal vez reseña una facilidad explosiva en el marcado de números telefónicos.

Tendrá usted que demostrar su alegato a favor del periodismo en la dictadura digital. Allá vamos. El documento histórico de mayor calado en lo que va de año es la carta en prosa dirigida a los accionistas de Berkshire Hathaway por su fundador, Warren Buffett. Es la primera fortuna del planeta y el mayor creador de riqueza. No tiene servicio legal ni de relaciones públicas. En el apartado de Criterios de adquisición de nuevas empresas, el quinto apartado exige «Negocios simples (si hay un montón de tecnología, no lo entenderemos)». Debe estar equivocado.