Una semana atrás, con motivo de la romería de la Santa Faz, entidades religiosas, monjas y el propio capellán del monasterio peregrinaron también hacia la playa de San Juan, en Alicante, a fin de evangelizar a los 20.000 jóvenes que la tomaron para hacerse el botellón. El resultado de la cruzada no hace falta detallarlo. Católicos con mucho recorrido, que se hacen cruces por lo lejos que buena parte de la Iglesia se ha situado de los problemas reales que nos circundan, señalaban en las horas posteriores al despliegue si era necesario aguardar a ese día para sugerir alternativas cuando hace años que llevamos con el movidón. Entre los grupos que se acercaron a pedir ´responsabilidad´ a los espitosos chavales había alguno de la iglesia evangélica.

Pues bien, unos kilómetros más al sur un juez acaba de imponer la primera condena en España a los evangelistas Luz de Dios por los ruidos emitidos desde el local del murciano camino de la Fuensanta en el que llevaban a cabo sus celebraciones (véase LA OPINIÓN de ayer) Y digo llevaban porque la Audiencia Provincial de Murcia ha impuesto a su máximo responsable dos años de cárcel „el fiscal pedía cuatro y medio„, mil euros de indemnización a cada familia afectada y dos años de inhabilitación para continuar con el ceremonial que ha tenido en un sinvivir a todo bicho viviente en las cercanías. Los denunciantes estiman insuficiente la indemnización puesto que, según relata la denunciante, «un vecino mayor murió con los tapones en los oídos». Estamos hablando de ritos de más de cuatro horas de los que la poli local y la patrulla ecológica de Medio Ambiente requisaron, entre otros instrumentos, baterías, órganos y guitarras eléctricas y en los que el chunda/chunda se acercaba a los cien decibelios, más que cualquier discoteca.

La ventaja con funciones de este tenor es que no hace falta evangelizar a los del botellón. Se te unen encantados.