Queridos músicos de cámara, solistas, pintores paisajistas, de interiores y demás irisadores. Bateristas, saxofonistas, bajistas, guitarristas y resto de la banda. Maestros fundidores, tenores, sopranos, letristas, taquilleros, guionistas, comediantes. Ebanistas, orfebres, luthiers, cuentacuentos, titiriteros de frío, fotógrafos, grabadores calcográficos y proyeccionistas cinematográficos. Marionetistas, afinadores y librepensadores. Dramaturgos, escultores, bailarines, modistos, compositores, payasos pocos y desgraciadamente escasos.

Estimados dibujantes, diseñadores, humoristas, poetas y poetisas. Actores y actrices, técnicos de sonido caídos en el olvido. Novelistas, dobladores, tramoyistas, monologuistas, transformistas del sexo sentido, críticos de arte y parte. Editores de tomo y lomo, galeristas con pistas, comisarios expositivos un tanto expeditivos, retratistas sin aristas, arqueólogos, acomodadores de los señores. Cineastas, ilustradores de los comedores, caricaturistas, coreógrafos y escenógrafos, intérpretes, literatos de los relatos. Arquitectos, humanistas, historiadores de todos los colores, trabajadores del mundo artístico en general y enamorados del arte en particular:

Perdonad todos que os moleste pero me vais a permitir que mis palabras de hoy vayan por vosotros, que sea un agradecimiento a todos los artistas, artesanos y demás personas amantes de la cultura. Solo quiero reconocer vuestro trabajo y decirles a los demás murcianos que nuestra forma de ver y entender al ser humano a pesar de las penurias económicas que llevamos con la profesión engrandece y mucho a nuestra tierra, a la Región de Murcia.

Como pintor que soy he tenido que soportar la vergüenza de un abandono y arrinconamiento institucional por parte de la Administración en favor de las materias, acciones o colectivos más tangibles. Para muchos no somos básicos, o como dijo el gran Anthony Caro: «Los artistas hacen algo que la sociedad no cree necesario, que no desea particularmente, porque no tiene utilidad práctica como fabricar lavadoras». Por ello, si hemos sobrevivido a estos últimos años que culturalmente han sido terribles, entonces tendremos fuerza para luchar y cambiar las cosas. Creo firmemente que la cultura abre las puertas de la imaginación, del conocimiento, de la expresión, del amor por las cosas bien hechas, en definitiva, por la expresión humana.

Comprendo que el concepto para muchos puede ser muy variado. En la filosofía de Nietzsche, la definición de Cultura es la configuración o aparición de la voluntad. Es el intento de construir una ´ciencia natural´ de las ilusiones del hombre. La ilusión es lo vital y lo que constituye el sujeto, lo que es el hombre es la creación o apariencia y no es algo que sea anterior a la actividad que genera. La cultura no es un tema baladí, es la mayor empresa de todos los tiempos jamás creada; es un bien común y como tal ha de estar al alcance de todos y cada uno de nosotros. Es el adelanto del hombre frente a él mismo. La acumulación del saber es el sustento de mucha gente, de familias dispares. No todo el mundo fabrica campanas extractoras, dirige multinacionales, despacha en una tienda, sexa pollos o ejerce la abogacía.

Murcia, por descontado, es más que turismo y agricultura. Nuestra Región es ecléctica, concilia día a día ideas y tendencias dispares para un crecimiento singular, por ello no hemos de confundir cultura con educación aunque a veces vayan de la mano. Nuestros alumnos, lamentablemente, han sufrido un sistema educativo alienante. Desde la consejería de Educación, Cultura y Universidades han lamido con una insistencia desmedida la suela del zapato a don Jose Ignacio. Pero, no desesperéis, hay vida después de Wert. El peor ministro que ha conocido la democracia ha arrasado cual cuadriga en Ben Hur. La arrogancia de este señor nos ha pasado por encima como caballos desbocados, pero seguimos vivos. Para los que no conozcan al señor Wert, decidles simplemente que es como una escultura de una rotonda de Murcia pero en ministro.

Hemos perdido la autonomía de una consejería propia de Cultura, integrándose esta en Educación y Universidades, desapareciendo un gran peso en el mismo. La industria cultural y creativa en Murcia, en el ámplio espectro cultural, ha pasado de mostrar sus norias en preciosistas cuadros al óleo a apostar por un arte de vanguardia de la mano de anteriores consejeros, con sus luces y sombras, de dificil comprensión por parte de la gran mayoría de la población pero con un superavit de emociones y de trabajo,digamos, bien hecho.

Aunque sea por medio de unas líneas me gustaría ahondar un poco más profundo de lo habitual en lo que da de comer al alma, al hemisferio cerebral derecho, a lo que nos hace pensar, llorar, entretener, gritar, amar, sufrir, temer, admirar, reconocer, discernir... en defintiva, sentir. No intento ser un erudito, ni siquiera un intelectual, ya que les mentiría; adolezco de esa formación por entretenerme en diversificar. Prefiero la dispersión conceptual. Para disfrutar de la cultura no hace falta ser ninguna de los anteriores. Sus valores no cotizan en Bolsa sino en las tradiciones, en las costumbres, en la religiosidad, en las manifestaciones artísticas de toda índole.

Espero y deseo que los artistas de toda la Región hagamos que ésta sea un referente nacional a nivel ilustrativo para no caer en la tentación de nadar en la ignorancia y ahogarnos en la ansiada erudición. Tenemos que revolucionar el concepto, hemos de transformar la sociedad con sólidos valores pero dispersos aún en el saber. Hemos de consolidar lo que nos identifica a la vez que nos engrandecen como Región. Vamos a por todas, vamos a hacer grande a Murcia.