El pasado 20 de febrero, la redactora de este medio Pilar Benito mostraba sus razones por las que la religión no tiene cabida dentro de la escuela. Dedicándome precisamente a esta tarea, como profesora de religión, me he sentido aludida y es por esto por lo que me gustaría responderle y aclararle algunas cuestiones para que no confundan más a los lectores.

Lejos de verlo como una batalla, la religión en la escuela sigue siendo un tema recurrente. En este tema resulta muy tentador detenerse en el artículo 16.3 de nuestra Constitución y no seguir leyendo más adelante. En dicho artículo se hace referencia a nuestra aconfesionalidad, pero, como siempre, y para no decir verdades a medias, que son peores que las mentiras, hace falta detenerse en el artículo 27.3 para comprobar que los padres tendrán garantizado el derecho a que sus hijos reciban la formación religiosa en orden a una educación integral, de ahí que sí tenga su espacio dentro de la escuela, un espacio público, de todos, incluidos los católicos.

Lógico resulta que sea el obispado y no un partido político el encargado de proponer a un cierto número de personas que considera adecuadas por su formación, testimonio, etc, para desempeñar dicha labor.

Como profesora de religión lo que a mí sí me ´enerva´ es el total desconocimiento y atrevimiento a la hora de asegurar que no existe oposición alguna dentro de nuestros estudios. Resulta tremendamente útil informarse antes de redactar cualquier tipo de artículo ya que, leído por muchos, se corre el riesgo de que alguien si conozca esa realidad y deje al autor en evidencia. Al final de la carrera existe un tribunal de oposición, como en cualquier otra, que decide tu aptitud o no, compuesto por laicos y eclesiásticos, y en mi caso de la Universidad de Salamanca, tan merecedora como otras.

Ciertamente ni la derecha ni ningún otro partido van a cambiar la presente situación aunque les emocione mucho la idea y es que va contra nuestra Carta Magna.

Lo que más desearía es tener interlocutores preparados y con los que poder dialogar de este tema, con unos conocimientos mínimos, que no repitan las frases de siempre, porque no por ello resultan ciertas.

No es justo llamar a esta materia ´pseudoasignatura´ (término que tampoco es utilizado ya en las leyes educativas), para cuya docencia he invertido cinco años de mis estudios, como otros compañeros en otras materias, equiparable en contenidos, objetivos, evaluación, competencias, etc, ya que creo recordar que en mi corta experiencia como docente no he trabajado todavía en ningún centro donde me hayan eximido de la presentación de una programación didáctica anual por ser esta una ´pseudoasignatura´.

Hacen falta personas coherentes, que digan la verdad, que no manipulen, grandes profesionales, que sean ejemplo para nuestros jóvenes desesperanzados y eso no se consigue diciendo verdades a medias. La religión se halla presente en la cultura, nos guste o no; a nadie daña tener cultura religiosa y, si no, que se lo digan al ganador del rosco de Pasapalabra.