Hace unos días, y tras tres años de una lucha titánica contra un cáncer de páncreas, el presidente del grupo Planeta, José Manuel Lara Bosch, fallecía en Barcelona a los 68 años. Con un carácter enérgico y emprendedor, José Manuel Lara consiguió hacer del grupo Planeta lider de ventas en España y segundo en Francia, con un catálogo de 15.000 autores y una publicación de 130 millones de libros al año. Su lucha en favor de la promoción cultural y en contra de la piratería lo colocó a la vanguardia del mundo cultural de nuestro país. En sus últimos meses, José Manuel Lara decía que si algún día se retiraba, le gustaría volver a los orígenes y llevar una pequeña editorial para dedicar la jornada completa a los libros de toda la vida, y parte de ese cansancio por convertir lo cultural en económico podía apreciarse ya en sus ojos durante la edición del último Premio Planeta.

Es evidente que España no es un buen lugar para hacer negocio con la literatura. Como reconocen la mayoría de los editores, para vender libros, las editoriales se ven obligadas a publicar lo que más vende, que casi nunca es lo que más calidad tiene. Solo hay que echar un vistazo a los ´número uno´ en ventas. La contratación de un famoso se ha convertido en los últimos años en lo más práctico, porque en España si no sales en televisión no eres nadie. Esta situación es especialmente dramática para las pequeñas editoriales, que año tras año ven como mengua considerablemente el número de libros que publican por falta de ventas y de lectores, aunque las estadísticas digan lo contrario. Según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros de 2012, el porcentaje de lectores de libros alcanza en España el 63% de la población, reduciéndose la distancia que nos separa de la media europea, que está situada en el 70%.

De hecho „según este barómetro que a mi juicio no recoge la realidad„ el 59,1% de los españoles mayores de 14 años lee en su tiempo libre y el 47,2% lo hace con una frecuencia diaria y semanal. Curiosamente, y a pesar de este casi increíble aumento de lectores, en España, la actividad editorial ha descendido en torno a un 20% en los últimos tres años.

Dejando al margen estos datos, los principales problemas del sector editorial de nuestro país son el IVA que sufren los productos culturales y, especialmente, la piratería, que afecta a las editoriales pero especialmente a los escritores, ya que cuanta menos actividad editorial menos autores son publicados. Según un estudio realizado por el Observatorio de Piratería y Hábitos de Consumo de contenidos digitales de 2013, el número de españoles que accede ilegalmente a contenidos digitales supera el 51%. La descarga ilegal de libros, con un 21%, aumenta considerablemente año tras año. Pero la cifra más preocupante de las que señala el estudio es que un 84% de todos los contenidos adquiridos en España es pirata. Un dato dramático si tenemos en cuenta que la industria cultural es un factor estratégico en la economía de nuestro país, pues aporta más del 4% del PIB español, muy por delante de la agricultura, ganadería y pesca (2,5%), la industria química (1,1%) o las telecomunicaciones (1,8%).

Teniendo en cuenta que la cultura es la base de cualquier sociedad desarrollada, y que la falta de apuesta por la cultura de nuestros políticos facilita el aborregamiento social, llegará un día en que tanta incultura ciudadana terminará pasándonos factura. Aún estamos a tiempo de no lamentarnos.