Vuelve Aznar, o para ser más precisos, su efigie. Sentenciando como un oráculo, acartonado, desdeñoso. Mira al auditorio, frunce el ceño, y levantando el dedo índice regaña a unos y premia a otros como lo haría el mismísimo padre celestial. Rajoy calla y saca una mueca de oreja a oreja, que quiere ser sonrisa. La procesión va por dentro. «¿Dónde está el PP?», pregunta la efigie. Ni el más mínimo gesto de apoyo a su sucesor. El ninguneo es un plato que, como la venganza, se sirve frío.

Vuelve Bárcenas, pletórico, templando y mandando con un aplomo que acojona a más de uno. Con ganas de hablar, de atender a los periodistas, de recordar que ha seguido los consejos del presidente del Gobierno y que se siente ´fuerte´. Dispuesto, dice, a dar detalles sobre los sobresueldos que Laporta le entregaba a Rajoy y a explicar sus propios apuntes sobre la contabilidad B del PP. Y ¡ojo!, que nadie le tosa. Si alguien en el partido cree que les ha robado, ya sabe lo que tiene que hacer: presentarle una querella.

Vuelven Valcárcel y Cámara, ese ´dúo dinámico´ que siempre anda a la greña, eternamente enfrentados y eternamente unidos en esa entidad de intereses comunes que se llama ´poder´. No vuelven a la política, de la que nunca se han ido, sino a abrazarse para reeditar un pacto que nos retrotrae a otros tiempos. Para ti la alcaldía y para quien yo diga la Comunidad. Lo de siempre. La vieja política. Que los candidatos están imputados, ¡qué más da! Que Garre aboga por que no vayan imputados en las listas, ¡quién le ha dado a ese vela en el entierro!

Garre, el presidente que no tiene quien lo invite. Una cena con cerca de dos mil militantes y nadie había previsto un cubierto para el jefe del Ejecutivo. Para el presidente de «todos los murcianos». Así pagan Valcárcel y Cámara los servicios mal prestados. Sabíamos, cuando Valcárcel dimitió para irse a Estrasburgo y no se atrevió a nombrar a Pedro Antonio Sánchez, que Garre sería presidente por un año. No previmos, sin embargo, que sería usado y tirado como un kleenex. Escoltado por dos consejeros imputados que le fueron impuestos, atado de pies y manos, el hombre ha querido jugar la baza de la ´honradez´, poner un poco de seny entre tanto despropósito. ¡Cuántas veces no ha apelado a la ´generosidad´ de Cámara, de Sánchez, de Cerdá, de Bascuñana, todos ellos con cuentas pendientes con la Justicia, «para que cedan sus puestos». Un atrevimiento que ha soliviantado al ´tándem histórico´ y le ha hecho caer en desgracia.

Y de todo esto, ¿qué dicen los militantes? Por lo que parece, nos vamos a quedar con las ganas de saberlo. Las primarias siguen sin estar en el orden del día. Aquí decide Rajoy. ¿Y dónde está el PP murciano? retomando la pregunta retórica de Aznar. Pues en lo de siempre, bendiciendo lo que acuerda el dúo. Como si los tiempos no estuvieran cambiando.

¿Y dónde está la oposición? se preguntan otros. ¿La oposición? Decía el otro día Saura que, con un presidente desautorizado y humillado, la región se encuentra sin gobierno, abandonada a su suerte. Le faltó añadir que también se halla sin oposición. Sí, sin gobierno y sin oposición. ¿Alguien piensa que si en la región hubiera una oposición digna de ese nombre, Valcárcel y Cámara podrían seguir repartiéndose el pastel, como lo vienen haciendo desde principios de los noventa? ¡Con la que ha caído! Pero, claro, enfrente no hay nadie. Y lo que es peor, no se sabe cuándo lo habrá. De eso se vale este ´dúo dinámico´ para seguir reeditando sus pactos y repartiéndose el poder hasta que el cuerpo aguante.