El miércoles pasado ocupamos la entidad bancaria del BBVA en la Avenida de la Libertad en Murcia con el objetivo de conseguir que quince familias lograran diversas soluciones a su angustiosa situación que pasaba según los casos por la dación en pago, la condonación de deuda y el alquiler social. ¿Por qué se ocupó? Porque esta entidad no ha negociado, ha impuesto su voluntad codiciosa, y su respuesta es siempre no y no y no, por ejemplo, a una familia que ha solicitado en cuatro ocasiones la dación en pago, la respuesta del banco ha sido el no. Ante esto, sólo cabe visualizar el problema, donde los propios afectados son los que se lanzan a esta acción apoyados por todos los activistas sociales que estamos en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

Esta entidad, como cualquier otra, sigue mostrando que no tienen alma, que no les interesan las personas, que los tratan como meros números y cuentas de resultados, y en todo momento se manifiestan desde una soberbia, orgullo y arrogancia insultante para esas familias destrozadas que piden que se les ayude para poder reiniciar sus vidas y salir de esta pesadilla.

Quedamos detrás del Cortés Inglés a las 10 de la mañana y sobre las 10,30 estábamos entrando en la sucursal aproximadamente unas ochenta personas con nuestros gritos de «sí se puede», «nosotros no embargamos», «arriba, arriba, arriba ni un desahucio más»... Salió en ese momento el director a hablar con nosotros y a preguntarnos qué queríamos y nosotros les dijimos que soluciones ya para estas familias que no pueden más y que el paso del tiempo lo están destrozando. Nos dijo que le diéramos un listado de la gente y que ya les avisarían, era la respuesta que siempre dan cuando hemos ocupado la entidad, pero era la cuarta vez que íbamos y ya no admitíamos más demora intencionada y que lo único que provoca es que la gente se aburra y deje de luchar. Le dijimos que íbamos a permanecer en el banco hasta que se diera una respuesta positiva que sacara a estas familias de este sufrimiento. La respuesta tanto del director como otra persona que llegó posteriormente es que no se iba a dar ninguna respuesta y que para las familias que habían recibido el no ésa era la respuesta definitiva. Por tanto, nos quedamos en el banco hasta que se produjera un cambio de posicionamiento de la entidad, que no se dio.

Nosotros pusimos nuestras pegatinas que decían «No somos mercancía en manos de los banqueros y sus políticos cómplices», «Contra el secuestro de la democracia. Por un rescate ciudadano», «Banqueros y políticos cómplices ¿Cuánto dolor y cuántas muertes necesitáis más para saciar vuestra codicia?», «En el nombre de Dios, basta ya de desahuciar a las familias» y una pegatina con un dibujo en que aparece las estrellas de la Unión Europea formando una cadena que esclaviza a una persona. Los textos reflejan la cruda realidad. El sistema financiero que ha causado esta crisis económica se beneficia de esta crisis para que los propios banqueros y los accionistas se sigan enriqueciendo, empobreciendo a la gente, con lo cual las familias no pueden pagar sus hipotecas y los echan de sus casas para seguir haciendo negocio.

Una cosa que me llamó personalmente la atención es que había un belén. ¡Qué hipocresía! ¡Qué fariseísmo! Destrozan familias y hunden a personas en su dignidad y ponen un belén que representa el nacimiento de Jesús de Nazaret, un Jesús que luchó por la justicia, la libertad, la fraternidad, la solidaridad, la reconciliación y que dijo que nos teníamos que perdonar nuestra deudas como aparece en el Padrenuestro, aunque la Iglesia cambió deudas por ofensas. ¿Tendrá que ver algo en este absurdo cambio los banqueros? No me extrañaría. Además, un Jesús que denunció abiertamente la codicia, la usura y la avaricia de los ricos. Estoy seguro de que si Jesús viviera estaría en la PAH y hubiera ocupado esta entidad financiera al igual que otras. De todas formas, puse una pegatina: «En el nombre de Dios, basta ya de desahuciar a las familias» encima del belén.

Hay que señalar también el hecho de que no se permitiera entrar comida ni agua ni utilizar los servicios como medio de presión para que abandonáramos el encierro. Es una actitud ruin y mezquina. El hecho de que a una persona con problemas de diabetes y que tenía un bajón de azúcar no se le permitiera acceder a comida adecuada muestra la inhumanidad.

Pasaba el tiempo, había cansancio, preocupación e incertidumbre, alguna tensión entre nosotros por tantas horas allí, esperando el desalojo policial. En efecto, sobre las once llegaron las unidades de antidisturbios (UPR). Las personas del juzgado entraron, nos indicaron que estábamos cometiendo un delito y nos pidieron que no ofreciéramos resistencia para salir porque suponía desobediencia a la autoridad judicial, y pactamos la salida de una manera digna previa identificación. Simultáneamente hubo forcejeos fuera del banco porque había gente que se sentó a la puerta para impedir el acceso de la Policía. Al final se produjo el desalojo, pero no fue una derrota, sino un triunfo de la lucha por la justicia y la solidaridad. Hay gente que quiere luchar por su vivienda, por el derecho a la vivienda de sus compañeros. Es el triunfo de personas y colectivos que luchan por un mundo mejor y más humano, que utilizando la desobediencia civil no violenta se enfrenta a los poderosos que quieren mercantilizar la vida humana y convertirnos en meras cifras. A pesar del tremendo cansancio físico, psicológico y emocional, seguimos luchando con la gente porque esta vida nos pertenece a todos y tenemos el derecho a ser felices. Sí se puede