Lo bueno que tienen las mayorías absolutas es que el partido que la obtiene puede llevar a cabo su programa sin sobresaltos y se asegura la gobernabilidad. Lo malo es cuando se abusa de la mayoría con contínuas imposiciones y se abandona el diálogo en aras de acuerdos que satisfagan a una mayor parte de la población. La renuncia de Rajoy a la reforma del aborto al no haber encontrado puntos comunes de acuerdo con la oposición nos da una señal de un cambio en el modo de hacer política, aunque se pueda entender como una medida de prudencia ante un año electoral. Debería tomar buena nota el Gobierno regional con la reforma electoral que se ha sacado de la chistera la dirección del PP murciano que incluye la ampliación del número de circunscripciones. La política del consenso en determinadas cuestiones esenciales para la convivencia democrática es una sana forma de dar ejemplo a unos ciudadanos desencantados con la clase política. Buscar vías de acuerdo y evitar los duros enfrentamientos es lo que se realizó con éxito en la transición y han admirado la mayoría de los países democráticos.