Mira que ha dicho mentiras y muy gordas desde que se presentó para presidente del Gobierno de España. No ha cumplido casi ninguna de las promesas que nos hizo antes y ahora. Aunque apodarle Pinocho es muy benévolo, porque la marioneta de metal y madera que fabricó el carpintero Geppetto se queda corta ante las mentiras convulsivas de Rajoy.

Ahora nos sale con que quiere reformar la calidad democrática de España (qué risa, Mariano); que va a cambiar la ley electoral para nuestro bien. Para él y para el PP, toda esta parafernalia montada con fines electoralistas, se queda en eso, en cambiar las reglas del juego en las elecciones directas de los alcaldes para salvaguardar la gran sangría de votos del PP que se teme para las elecciones municipales y autonómicas. Rajoy ya no confía en la tan cacareada recuperación económica para ganar las elecciones.

No importa que dijera a bombo y platillo, jurara y perjurara varias veces, antes en la oposición y después como presidente de Gobierno, que no haría reformas electorales solo con la mayoría absoluta de su partido ¡Pues menos mal, Pinocho Rajoy! En esto se va pareciendo a Chávez y a Maduro, si aprueba el PP, en solitario, sin consenso, esta reforma electoral como pretende. Los peperos preparan una democracia ad hoc, partidista, populista, que se perpetúe en la mentira y en el incumplimiento de las promesas electorales, para retener el poder.

Estas reformas las denominan algunos partidos de la oposición como chapuzas antidemocráticas. Otros partidos hablan de cacicadas; aunque lo más grave del caso es que no harán ninguna reforma democrática regeneradora auténtica.

Si pretendes una regeneración institucional evidente y eficaz, ya sabes, Mariano Pinocho, aclara primero la ´caja b´ de tu partido, el caso Gürtel, y con autoridad y celeridad arroja de él a todos los cargos y militantes que estén implicados en casos de corrupción, fraude y evasión fiscal.

No quisiera sermonear y explicar aquí posibles medidas para una eficaz regeneración institucional, pero sí daré al presidente Rajoy algunas claves para ello. Que limpie cuanto antes la Administración: reducción de municipios, alcaldes y concejales; disminución de diputaciones, Senado, autonomías, fundaciones públicas, ministerios, asesores, consejeros...

Lo que pretende el PP es un cambio legislativo en toda regla a pocos meses de las elecciones. Retocar el sistema de representación proporcional para las alcaldías es conceder menos democracia a los ciudadanos. Además, analizando el esbozo de propuesta del PP sobre la reforma electoral, como han corroborado bastantes constitucionalistas, sociólogos, analistas políticos y asociaciones ciudadanas, cambiar esa representación proporcional sería como reformar varios artículos de la Constitución. Este ´nuevo´ sistema de elección proporcional también afectaría luego a las elecciones al Congreso y a los Parlamentos autonómicos. Creo que el PP está lanzando globos sonda para ver cómo caen y luego de más a menos, legislar, a ver qué pasa. Modificar la Constitución sin consenso es caer en lo más vil del juego democrático.

En el PP, algunos dirigentes están muy preocupados con las pésimas intenciones de Rajoy, y opinan que al menos se pacte con el PSOE. Así el bipartidismo se reforzaría y pararía el ímpetu de las nuevas propuestas políticas para regenerar España. El PSOE debe tener mucho cuidado con esa tramposa invitación del PP. Que Pedro Sánchez se deje de tantas declaraciones ambiguas, y vaya al grano: ¡no a la reforma electoral pepera!

Este, como el de los aforados, no es un tema prioritario para el ciudadano. Hay que reformarlos, sí „en profundidad y democráticamente„, pero no ahora urgentemente, para distraernos de lo más importante. Sin embargo, la creación de empleo, el atajo de la desigualdad y la pobreza en nuestro país, sí lo es.

Rajoy promete en la recta final de su legislatura una ´guerra sin cuartel´ contra el paro. Pues aún no se ha puesto ni las botas para ello. El presidente que más ha atacado el Estado del Bienestar asegura que no dejará «atrás a los que sufren».

Aquí tenemos al auténtico Rajoy Pinocho en estado puro, en su más brillante papel de embustero redomado y cínico. Nos van a arrear otras durísimas reformas y recortes en los dos próximos años, que no vamos a reír „es un mal decir„ de las anteriores. Y para suavizarlo, Rajoy nos ofrece la zanahoria o el caramelo tontaina, metafórico, de que ya no se ven brotes verdes sino raíces vigorosas por toda España. Que santa Lucía le conserve la vista a este monaguillo de Merkel y de la Troika, como graciosamente le apoda la otra Lucía, Caram, la sor beligerante contra los corruptos.

En su reciente aparición circense en Soutomaior (Galicia) ante un montón de fervientes militantes y alcaldes, peperos, deseosos de eternizarse en sus cargos y poltronas, Rajoy se mostró bravucón, sobrado, autocomplaciente. Y mintió una vez más: el paro actual, la pobreza, la desigualdad, siguen en cifras vergonzantes, y el estancamiento y recesión económica de la eurozona nos va arrollar de lleno otra vez. Las políticas de la austeridad que nos vuelve a imponer Rajoy son una ruina para nuestro país. El paro, después del verano, ha aumentado: se acabó el ´chollo´ estadístico de la creación de empleo basura, temporal y estival. Y aparece otra falacia de Rajoy: la recuperación económica es un cuento chino. España ha entrado de lleno en un proceso alarmante de desindustrialización.

Para atajar esas mentiras peperas, rajoyanas, solo nos queda la única arma democráticamente importante: llenar las urnas con votos para mandarlos a freír espárragos o a recolectar vigorosas raíces al fondo de la oposición.