Sacó el tema sin disimular lo más mínimo, en un alarde de continuidad forzada que me recordó al chiste del ladrón de burros. «Vaya calor también en Barcelona€». «Esto pasa por lo de la independencia€» (¡qué burro, ni qué burro!). Sin alardes, directo al grano. Acabábamos de montarnos en el único taxi familiar que había disponible en Sants. Nos esperaba una carrera de media hora a primeros de agosto, cruzando la ciudad, en obras, claro (tan español como catalán esto), entre atascos y trillones de turistas con las camisetas de Neymar y Messi, y cuarenta grados a primera hora de la tarde. La necesidad de contarle a una familia media española lo que pasa con lo de la independencia era absoluta. Así que no tuvimos más remedio que dejarle hacer, y aprender lo que pudiéramos, que con un taxista siempre se aprende algo. Al menos fue un monólogo. No tuvimos que intervenir.

Y todo porque el taxista era catalán, pero hacía treinta años. Antes fue gallego, y todos los años volvía a su pueblo por julio, para que sus hijos conocieran sus orígenes, y refrescarse un poco. Este año no pudo ir, porque al salir de Cataluña con el taxi negro y amarillo, aquí hizo pausa para dedicarle una serie de inusitados insultos en catalán y gallego al municipio por lo de los colores originales barceloneses, eres como una diana para cretinos. Ese odio no existía antes, y eso lo han construido aquí, decía€ «¡Qué carallo tendré yo que ver!»... No podía irse y jugarse una reparación de varios cientos de euros, o miles, o vete a saber, y perder la poca pasta que da el taxi en una ciudad con 15.000 coches amarillos y negros. «¡Ahí va un catalán!»,mascullaba, y hacía una pausa para morderse la lengua€ Si tuviéramos los taxis como en toda España me daría igual lo de la independencia.

Que él es catalán, pero luego los que quieren ser independientes y empiecen a perder pasta, decía, en dos días están haciendo las maletas, «y Madrit deja de ser Madrit y ya es Madrid». Que si es muy de corazón y muy bonito, pero lo que pasa es que hay crisis y ahora creen que con esto podrán chupar más. El taxista miraba de lado cada palabra, y cada frase, para atrás€ «Cuando la teta vuelva a tener leche la cosa volverá a ser como antes». Lo único que esparaba el taxista era que después de todo, y pase lo que pase, se pueda salir de Cataluña con un taxi negro y amarillo sin preocupaciones. Ahí tenía razón el taxista. No sé si en lo demás, pero los taxistas siempre son capaces de poner otro punto de vista a tener en cuenta en el camino, que suele mucho más tangible que los argumentos que nos tragamos cada día de unos y otros, incluso en lo de la independencia. «Del Neymar y del Messi ya hablamos otro día€», se despidió.

Vale.