Una vez que nos ha dejado Robin Williams, no paro de leer alusiones y reverencias a algunos de sus papeles más representativos en cintas como El club de los poetas muertos, El indomable Will Hunting, o incluso, La señora Doubfire -bodrio de peli, por cierto-. Sin embargo, nadie se ha acordado del locutor de radio que encarnó en Good Morning, Vietnam, una actuación absolutamente magistral. Se llamaba Adrian Cronauer y era un disc-jockey de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, que se encargaba de levantar la moral a la tropas desplazadas en aquel infierno sangriento que fue Saigón. Los militares yanquis se desternillaban de risa con sus comentarios, con su humor ácido, con la genial música que pinchaba y, sobre todo, con sus críticas a un Gobierno que embarcó a los americanos en un guerra injusta y cruel -como todas-, que además perdieron. Cronauer se convirtió, no sólo en símbolo de la resistencia hertziana, sino que sentó las bases de un tipo de periodismo radiofónico que no tenía miedo al poder. Buenos días y buena suerte